lunes, marzo 27, 2017

FACILITAR EL ENCUENTRO EN EL DIÁLOGO

Recibido de Marcelo Sepúlveda Oses el 28  marzo 2017
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Una comunicación eficaz se sustenta en hablar y escuchar, leer y escribir, bajo tal premisa, la posibilidad de diálogo se sustenta en respetar los turnos de habla, pero también asignar valor al mensaje que se quiere comunicar para lograr establecer un diálogo fluido y pertinente; pero, en ocasiones, queremos negarnos a la oportunidad de alcanzar un diálogo respetuoso, más bien, tendemos a atacar a nuestro interlocutor, a rebatir sus postulados, a criticar sus puntos de vista, a dar por sentado que no me importa la intensión comunicativa de mi interlocutor, sino, más bien, imponer mis propios criterios.

En nuestra sociedad moderna se privilegian las comunicaciones, aunque el mundo digital y virtual ha copado, casi sin darnos cuenta, nuestra convivencia comunitaria y de vinculación con el otro. Se producen más discursos vía on line que conversaciones cara a cara, requerimos estar conectados a la red global de comunicaciones, disponer de señales de múltiples aparatos electrónicos, habitamos la era de las redes sociales y hemos olvidado el diálogo en el encuentro.

Cuanto más altanera es nuestra posición ante el otro, logramos menos aprecio en el que escucha. Si pretendo imponer, sólo mis puntos de vista, al otro extremo del esquema básico de la comunicación encontraré alguien que no está dispuesto a ser sometido a criterios que no comparte, a opiniones que no lo validan, y a su propia concepción del mundo en el cual habita; por tanto, es perentorio facilitar el dialogo, a prender a escuchar, a respetar turnos de habla, a resolver conflictos en la mediación de un acuerdo, a no enemistarse por una mala palabra, una ofensa o descalificación; debemos lograr el entendimiento, alcanzar armonía y quietud en el encuentro.

No dilapidemos aquella virtud exclusiva del ser humano en esta tierra que se concreta en la comunicación con el otro; el lenguaje nos permite humanidad, las palabras son caricias al oído y deben serlo, pues la agresión violenta, en el lenguaje, asusta nuestro estado de disposición al diálogo, agrede la sensibilidad y nos instala frente al conflicto.

Yo te entiendo, entiéndeme tú” esa es la clave, aclara el entendimiento, según mi modesta opinión, todo pasa por el sentido de comprensión, el ponerse en el lugar del otro y facilitar el diálogo en la comunicación humana. No existe otra especie en la tierra que pueda comunicarse con tal versatilidad, aquello que logra el ser humano en el ámbito del signo, entendiendo signo como aquel que entrega un significado para el interlocutor. El signo comunica de múltiples maneras, señales codificadas, modos de habla, expresiones pictóricas, musicales, entre tantas otras. Por tal, es recurrente tratar de comprender mensajes con sentido pleno, escuchar el significante para establecer el significado.

Todo desarrollo y evolución de la especie humana está ligada al lenguaje, el cual produce investigación y aplicación de propuestas para generalizar conclusiones y teorías, el avance vertiginoso del conocimiento se sustenta en el lenguaje, en compartir opiniones para alcanzar acuerdos, para desarrollar nuevas propuestas y para alcanzar la plenitud en la existencia, aunque, a veces, perdemos la brújula en el hacer y nos negamos a la comunicación veraz, asertiva y dialógica. 

Hoy, en el mundo moderno, hay sociedades que se desmoronan, están en guerra, no disponen de los elementos básicos para la subsistencia, coartan las libertades básicas, imponen criterios a fuerza y todo ello, bajo el concepto de una falta evidente de diálogo para el encuentro, para establecer incomunicación o sesgo de esta misma. Cuánto nos hace falta regular el encuentro en un diálogo eficiente y sin condicionantes previas, el sólo acontecimiento de intercambiar los roles de emisor y receptor para que el mensaje alcance al otro, sin determinar, a priori, la evolución y el resultado de la comunicación que se pretender establecer.

Ojalá, pudiésemos convivir en armonía, sin descalificarnos o desinformarnos, aceptar la razón posible en nuestro interlocutor, siempre, al final del camino, podremos llegar a acuerdo, encuentro del uno con el otro, respetando sus razones posibles en el diálogo, en la conversación o la charla.

Aspiro una sociedad de diálogo y encuentro, un mundo en equilibrio, una aldea global en constante evolución para beneficiar al ser humano, permitir aumentar grados de felicidad, pues cada quien intenta ser más feliz en esta tierra. No neguemos la oportunidad a quienes están o se sienten más desvalidos, ellos deben ser el centro de nuestra atención, sobre todo niños y ancianos, a ellos debemos poner atención y en definitiva escuchar sus necesidades, inquietudes y propuestas, no dejarlos a la deriva, al arbitrio casual de la incomunicación por su condición personal. Escuchar, aprender a escuchar y dar atención a quien está a nuestro lado, aquel próximo en nuestra comunidad.


Diálogo en el encuentro, acuerdo y respeto, sencillez y premura para dar respuesta ante cualquier inquietud, todos somos hijos del mismo Dios y en definitiva personas.

Marcelo Sepúlveda Oses

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