lunes, septiembre 13, 2010

UN VALOR SUPREMO: LA VERDAD
Enviado por Marcelo Sepulveda Oses el 13 Setiembre 2010
En múltiples ocasiones, en diversos contextos y circunstancias, en todo momento, debiéramos ser veraces. Según la orgánica social, en casi cada territorio del planeta sin importar religiones, modelos políticos, económicos, entre otros, se conserva y resguarda un concepto valórico de apego a la verdad.
La verdad se relaciona, directamente, con la honestidad; actuar, en la vida cotidiana, respetando la palabra empeñada, ser honesto sin privilegiar nuestros intereses personales. El engaño, el truco, las malas artes ganan terreno en el mundo actual. Muchos argumentan la mentira y falsedad sobre la base del beneficio propio.


Desde muy temprana edad, primero los padres y luego los centros de enseñanza formal deben asumir un rol preponderante al intentar dirigir el pensamiento juvenil, inculcar la veracidad en nuestros actos, acciones y el ejercicio diario de las relaciones interpersonales. Al niño se le debe hacer evidente el acto equivocado de no cuidar y promover la veracidad. Si el adulto miente, los jóvenes, que lo visualizan como modelo, validarán la falacia (entiéndase mentira) asumirán, como común acuerdo, faltar a la verdad, independientemente de las consecuencias e implicancias que una mentira pudiése acarrear.

Un mandamiento de la ley cristiana indica claramente: No mentir y en muchas comunidades religiosas este mandato es prioritario, fundamental e inviolable. Indica el dicho popular: “la mentira tiene piernas cortas” o “la mentira dura hasta que aparece la verdad.” Sabiduría de la cultura popular que se encuentra grabada en la mentalidad de los ancianos y generaciones anteriores, quienes no entienden ni comprenden el actuar de las nueva sociedad y el desconocimiento de los valores transversales en descrédito de la verdad nítida y transparente.

Lamentablemente, en ocasiones, los medios de comunicación, en general, distorsionan la realidad, ya sea por omisión o simple engaño fragante. Debemos ser honestos y responsables frente a cada dicho o hecho común expresado. Hacernos cargo de nuestras palabras. Una mentira agrede al prójimo, “la verdad nos hace libres.”

Estamos ciertos que es más difícil ser honestos en una aldea global que se articula sobre la base de verdades relativas, de verdades parciales o mentiras piadosas.

Cuando los argumentos son extraídos de su contexto original, podemos falsear la certeza de una premisa, ocultar aquellas variables que nos pudiésen perjudicar y privilegiar el personal y particular punto de vista.

Estimados amigos, transitemos por la vida con la frente en alto, dignos hombres y mujeres honestos en la verosimilitud de privilegiar como valor supremo y fundamental de la sociedad del siglo XXI: La verdad.

Marcelo Sepulveda Oses

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