Si bien, nuestra sociedad contemporánea expone rasgos consistente de desarrollo, mejor productividad, avance sostenido de la ciencia y la tecnología, descubrimientos valiosos en medicina y tantos otros, es evidente la discriminación y postergación social, inequidad en la distribución de la riqueza y la falta de inclusión para numerosos ciudadanos.
Cuando hoy, las manifestaciones sociales, de todo tipo, proponen disconformidad de ciertos grupos ciudadanos con la forma y sentido de enfrentar y solucionar los problemas, es prioritario poner atención y buscar vías consensuadas de acuerdo.
Ya hemos escuchado que nos instalamos frente a una circunstancia histórica factible de ser potenciada para encontrar caminos adecuados de resolución. Todos, cual más cual menos, tenemos obligación y tarea ante estas circunstancias.
Asumimos certeza que los modelos macroeconómicos y la estructura del entramado social, político y moral enfrenta episodios cada vez más notorios de deterioro y fragilidad. Así también, reconocemos que los procesos históricos y el desarrollo de cada sociedad dependen de innumerables factores, variables, muchas de ellas, difíciles de controlar; pero que en la actual situación, requieren un análisis exhaustivo y propuestas de largo plazo.
Debemos atender a aquellos hombres y mujeres postergados desde siempre, escuchar sus demandas y ofrecer mejores condiciones de vida a los humildes y desvalidos, a quienes deben luchar a diario por la supervivencia, aquellos que buscan con afán alimento y abrigo. Existe un Chile desprotegido, hermanos que se instalan en la base de una pirámide donde muy pocos reúnen el bienestar y deleite que otorgan los medios económicos y las ganancias lucrativas, un Chile que sobrevive por debajo de la línea de la pobreza, distinción que establecen los mismos grupos sociales que coronan el ápice de la pirámide. Entonces, debemos trabajar, incansablemente, para incluir a éstos ciudadanos, atenderlos en sus necesidades, regalar nuevas y mejores oportunidades de desarrollo en un proceso de crecimiento sostenido y distribución equitativa de los medios y recursos de la sociedad.
Frente a tal situación, es perfectamente factible escuchar las múltiples demandas ciudadanas: Mejor educación y de calidad para todos, satisfacer los requerimientos energéticos del país en común acuerdo y respetando nuestro medio ambiente, reconstruir, después del terremoto, con celeridad y eficacia, escuchar a las minorías con respeto y prudencia, buscar, afanosamente, el acuerdo a través del diálogo y el respeto por las opiniones divergentes, aprender a vivir en comunidad.
En Chile y en este planeta, nadie sobra, todos y cada uno merecen la oportunidad de dar su opinión, requieren satisfacer sus necesidades, poseen derecho a ser escuchado en sus demandas; ocupamos un lugar de privilegio en la cadena sistemática de la vida, somos una especie que puede, perfectamente, convivir en paz, en armonía y equilibrio. Colaboremos para construir una sociedad justa, solidaria e inclusiva.
Marcelo Sepúlveda Oses
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