DIETAS DE VERANO

Recibido de Marcelo Sepúlveda Oses el 17 Enero 2011

En el reino animal, por efecto de algunos de los instintos de conservación, existen especies que acumulan alimentos para las estaciones frías y con menor producción vegetal. Algunos amigos, casi domésticos, trabajan, afanosamente, para repletar su despensa, me refiero a las abejas y hormigas. Ellas, en un quehacer comunitario muy particular, trabajan, incansablemente, trasladando los productos que permitirán abastecer las necesidades alimentarias de sus respectivas colonias. El ser humano, desde antaño, replica esta acción de guarda, almacena frutas secas o congeladas, la rubia miel hurtada a las abejas, mermeladas y un sin fin de especies vegetales que servirán de alimento durante el invierno.

En la estación estival, podemos disfrutar de la generosa y abundante oferta en verduras y frutas que se convierten en una deliciosa y variada dieta especial. Mencionemos sólo algunas de ellas: Sandías, melones, cerezas, guindas, frambuesas, tomates, choclos, porotos verdes y granados, así podríamos continuar en una completa nómina de productos venidos del campo a nuestra mesa. Además, debemos considerar, que en el mundo rural, las huertas domésticas abastecen las necesidades inmediatas de los comensales, placer produce cosechar frutas y verduras frescas y más aún, consumirlas inmediatamente. Sería pertinente promover la creación de huertos familiares y educar a la población sobre las ventajas de sembrar y/o plantar vegetales para el consumo inmediato. Existen instituciones gubernamentales y no gubernamentales que se preocupan de tal asunto, pero aún no logramos masificar y extender la práctica de huertos domésticos, también así, el sistema escolar, debe responder ante un proceso de formación específico que es de su competencia: Educar y crear consciencia en los niños sobre los cuidados que se deben aplicar al momento de alimentarse y elegir qué consumir.

El Océano Pacífico que brusco y gélido nos baña, regala pescados y mariscos con sabores y aromas de tentación. Después del gran Cataclismo, que afectó a nuestra zona el verano pasado, las caletas y lugares de veraneo en el litoral del Maule están ofreciendo una amplia gama de atenciones para encantar al turista. Poco a poco, con empeño y esmero, los habitantes de la costa maulina están dispuestos para recibirnos, regaloneándonos con las delicias de los alimentos provenientes del mar. Pescadores artesanales enfrentar con coraje hacerse a la mar, pues su trabajo es primordial para abastecimiento de productos marinos. Ante tal circunstancia, planifiquemos nuestras vacaciones aquí mismo, ayudemos a la promoción de nuestro litoral, hoy cuando más se necesita, degustaremos los mejores platillos de la gastronomía marina y podremos ir desembarazándonos del dolor y el pesar de aquella tremenda tragedia.

A nivel planetario, conocemos de las carencias y dificultades para alimentarse de miles de hombres y mujeres, niños, jóvenes y adultos mayores, que finalmente mueren de hambre. Esta realidad contrasta con la ocurrencia en Chile de una tendencia constante dirigida hacia la obesidad de la población, producto, en la mayoría de los casos, por un descontrol y desequilibrio en la dieta diaria. Entonces, debemos procurar atención a los desordenes alimenticios, sobre todo, durante la infancia. Quizás, los niños disponen de razones justificadas para preferir una alimentación que provoque obesidad, ya que la oferta de “comida chatarra” sobrepasa a las indicaciones médicas a nivel socio-cultural, por tanto, los adultos tenemos una vital y meridiana participación en esta tendencia y equivocada práctica, entregando información nutricional y disponiendo en el hogar de aquellos productos que regulen tales dificultades.

El alimento sostiene la vida, “comamos para vivir, no vivir para comer.” Cuidemos los obsequios que nos da la madre naturaleza, trabajemos por la promoción de la gastronomía local y observemos con optimismo este nuevo año 2011.

Marcelo Sepúlveda Oses