lunes, enero 31, 2011

DE LITERATURA, BIBLIOTECAS Y ESCRITORES - II PARTE

Recibido de Marcelo Sepúlveda Oses el 31 Enero 2011
muevomono

Fomentar el hábito lector en niños y jóvenes es un tarea no menor y de obligación para las generaciones mayores. Poseer la intención de abrir un libro, aunque sólo sea una declaración de buenas intenciones, comprar una revista, investigar en un periódico, etc. estimula la práctica y uso de esta destreza. Disfrutar en viajes conscientes a mundos imaginarios y distantes, fortalecer dominios de educación general y cultura o, simplemente, informarnos. Como ya mencionamos en nuestra columna anterior, el tiempo de vacaciones es un momento ideal para practicar, ejercitar y disfrutar de una interesante lectura. Ésta es mi modesta intención y por ella abogo con reiterado empeño en este medio de comunicación y otros.

En el proceso de enseñanza aprendizaje y la adquisición de contenido y nuevos conocimientos durante la etapa escolar, un objetivo fundamental es leer y escribir correctamente, lo que implica: Conocer, comprender, analizar, concluir o sintetizar cualquier tipo de texto: Discursivo, literario, informativo, en formato papel, digital, etc. Fábulas y leyendas, libro de aventura, romance, satíricos, de anticipación, de género, política, economía, religión, sociales… Para cada interés y todo placer.

De entre los escritores mencionados la semana pasada, Obvié a Nicanor Parra con intención, es uno de mis preferidos y requiere atención especial, poeta, ensayista, narrador y físico chileno quien recibió el Premio Nacional de Literatura en 1969, el Premio Juan Rulfo de México (1991) Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana de 2001, nacido en San Fabián de Alico, Provincia de Ñuble en 1914. Sus libros “Poemas y antipoemas” (1954), “Versos de Salón” (1962), “Artefactos” (1972), “Poesía política” (1983), “Poemas para combatir la calvicie” (1993) y tantos más honran a Chile, de escritores un crisol. En este principio del siglo XX, Nicanor Parra, hijo de una de las familias más prolíficas en el arte, la cultura chilena y el mundo se erige como el ícono-referente para quienes damos nuestros primeros pasos en literatura. Él agrede con maestría cánones y formatos de generaciones anteriores, fragua una poesía que se opone al arte poética tradicional y sus reglas sin desconocer el innegable aporte y sustento, sobre la base de la cuál, el arte y la ciencia se reescriben o se reinventan segundo tras segundo.

A continuación, reproduzco el Poema “Autorretrato” del Maestro Nicanor, una semblanza certera de aquellos Profesores que enseñan a leer o nos muestran luces seductoras tras el horizonte del conocimiento:

Considerad, muchachos,
Este gabán de fraile mendicante:
Soy profesor en un liceo obscuro,
He perdido la voz haciendo clases.
(Después de todo o nada
Hago cuarenta horas semanales).
¿Qué les dice mi cara abofeteada?
¡Verdad que inspira lástima mirarme!
Y qué les sugieren estos zapatos de cura
Que envejecieron sin arte ni parte.

En materia de ojos, a tres metros
No reconozco ni a mi propia madre.
¿Qué me sucede? -¡Nada!
Me los he arruinado haciendo clases:
La mala luz, el sol,
La venenosa luna miserable.
Y todo ¡para qué!
Para ganar un pan imperdonable
Duro como la cara del burgués
Y con olor y con sabor a sangre.
¡Para qué hemos nacido como hombres
Si nos dan una muerte de animales!

Por el exceso de trabajo, a veces
Veo formas extrañas en el aire,
Oigo carreras locas,
Risas, conversaciones criminales.
Observad estas manos
Y estas mejillas blancas de cadáver,
Estos escasos pelos que me quedan.
¡Estas negras arrugas infernales!
Sin embargo yo fui tal como ustedes,
Joven, lleno de bellos ideales
Soñé fundiendo el cobre
Y limando las caras del diamante:
Aquí me tienen hoy
Detrás de este mesón inconfortable
Embrutecido por el sonsonete
De las quinientas horas semanales.

En columnas futuras, continuaremos navegando en el espacio de los libros, el arte y la literatura. Leer es una sana costumbre, una herramienta indispensable en el mundo global. Las Bibliotecas están abiertas, manjares habitan sus estanterías.

Marcelo Sepúlveda Oses

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