Es perfectamente factible reconocer que, la humanidad, a través de un proceso sostenido, evoluciona y potencia tremendos avances en infinidad de áreas del conocimiento, pero tal situación no comprende, destruir todo a su paso: Miles de especies animales han sido extinguidas en el planeta tierra por múltiples razones, por ejemplo.
Hoy por hoy, es un tema crucial en la agenda pública, la construcción de una Central Hidroeléctrica en el sur de Chile. Existen opiniones contradictorias, argumentaciones disímiles, puntos de vista opuestos, ante tales hechos nos podemos cuestionar: ¿Quién tiene la razón? La respuesta, cuestiona, así también, principios morales, intereses económicos, necesidad en el ámbito de la generación eléctrica, intervención y manipulación de tierras vírgenes y ríos cristalinos. ¿En el particular, qué tanto serán intervenidos los ríos y la tierra? ¿Valdrá la pena modificar el paisaje y el equilibrio natural de un hábitat en post del desarrollo? ¿Existen opciones diferentes…? Entonces, ¿Qué tenemos que hacer? Es prudente y sensato un análisis exhaustivo y técnicamente válido.
Considero destacado que la sociedad se preocupe del tema, reúna antecedentes, se forme una opinión y se manifieste, es signo de madurez y cultura cívica. A lo mejor, erramos, a veces, la forma de expresión, actuamos sin cuidado y preocupación por la sana convivencia social, elegimos canales de comunicación equivocados, resolvemos apresuradamente conflictos que requiere mayor atención.
Esta nueva forma de conciencia ecológica o cultura ambientalista tiene un espacio muy bien ganado, aunque debemos sistematizar nuestras propuestas y ofrecer alternativas.
Si abandonamos la soberbia y nos abrimos al diálogo, a la discusión sobre la base de una comunicación efectiva y de calidad donde cada opinión merece respeto y atención, seguramente, podremos solucionar éste o cualquier otro tema de controversia. No siempre la razón nos pertenece, no siempre los problemas y dificultades aceptan una sola resolución.
Quizás, el creernos infalibles, actúa negativamente sobres los actos y decisiones asumidas. En ocasiones, la sabiduría, el buen juicio, mesura y experticia de algunos da luces para que otros, a quienes le corresponde, tomen decisiones sabias, justas y equitativas.
Por tal razón, debiésemos asumir criterios razonables, no enceguecernos en la soberbia de creer tener siempre la razón, somos seres falibles, nos equivocamos y cometemos errores. Qué siempre el bien común, la sana convivencia y el respeto iluminen nuestro proceder.
Ante el avance sostenido y desarrollo de la ciencia, la técnica y el conocimiento seamos sensatos, no siempre estamos en lo correcto. De este modo, la herencia que dejemos a las nuevas generaciones permitirá una mejor calidad de vida de las personas sin afectar, dañar o destruir lo que a la naturaleza y el universo le ha costado tantos miles de millones de años en producir. La soberbia del hombre puede y debe ser controlada y bien administrada para una mejor convivencia.
Marcelo Sepúlveda Oses
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