Discurso leido en acto de celebración día del Funcionario Municipal en el Teatro Municipal día miércoles 28 de octubre.
Servir con abnegación, aprecio y buena voluntad, escuchar preocupadamente la necesidad del otro, resolver problemas, ofrecer posibles soluciones, informar y orientar, facilitar servicios, trámites y gestión es un compromiso de orden superior. El servicio y Administración pública en el Chile del Bicentenario resume una vocación de vida, en ocasiones de sacrificio, empeño y esfuerzo trascendente para que cada ciudadano se sienta atendido, que el Estado como Institución encarne en un rostro particular a quien lo representa. No importa el rango o cargo que el funcionario público ejecute: el auxiliar es tan importante como el Jefe de Servicio, quien atiende público como el técnico en computación que mantiene operativo los equipos y redes digitales sin las cuales hoy en la era de la técnica, el conocimiento y la tecnología, no podemos funcionar.
Chile, territorio extremo, Parral ciudad y campo, en cada rincón, en cada pueblo, villorrios y población, los brazos generosos de la administración pública vienen a atender y acompañar al ciudadano humilde, al desposeído, aquel trabajador incansable que busca solución para sus conflictos personales, aquel cesante o el indigente quien confía encontrar, en un Estado generoso, acompañamiento para superar la pobreza.
Las secretarias pintan sonrisas en sus labios cuando escuchan, cual confidentes, los más intrincados conflictos, dificultades o problemas cotidianos: No siempre es posible ofrecer una respuesta inmediata, las carencias, falta de recursos, el tiempo escaso posponen la atención: Acumulemos un tanto de paciencia y buena voluntad, juntos descubriremos un cielo abierto, lleno de sol en primavera y las soluciones irán apareciendo como el pasto tierno que cubre la pradera.
Como en todas las cosas, en las instituciones o comunidades sociales, personas reales encarnan a sus miembros, funcionarios o trabajadores. Algunos, se encuentran disponibles a cumplir con esmero responsabilidades, quehaceres y tareas, otros sufren en la oficina una vocación y talento que no les corresponde, ellos son minoría, la excepción que confirma la regla.
En el día a día del trabajo cotidiano, sumando buenas intenciones, amor al prójimo y vocación de servicio público, los hombres y mujeres de las diversas reparticiones obsequian caridad, obsequian amor y cariño al trabajo bien hecho, a la donación y entrega sin esperar recompensa.
Entonces, la celebración y fiesta, en este día, es meritoria. Meritoria, pues acumulamos razones sublimes para estar contentos, el júbilo embarga a todos quienes se sienten responsables de un compromiso solidario con cada ciudadano, hombre, mujer o niño, adulto mayor o recién nacido, emoción por la labor cumplida, por entregarse entero para facilitar la vida de los otros al responder con premura, diligencia y sigilo ante el desastre, el accidente, la catástrofe o cualquier fenómeno destructivo e implacable. Atender a tiempo, estar preparado, disponible y dispuesto para ir en rescate del desvalido, del que lo perdió todo a manos del voraz incendio, encontrar el cuerpo del niño que se lo llevó la corriente del río. Amigos, de tal modo, esta labor y vocación, este compromiso y desvelo se verá retribuido en la mirada tierna y noble de los ojos de un niño, en la calma y esperanza de un anciano, en el futuro promisorio de todo un pueblo y el reconocimiento a cada repartición y cada servicio público.
Hoy nos reunimos, damos amable reconocimiento a todos quienes desempeñan labores en la administración pública de nuestro querido Parral. A ellos les regalamos, cual botón de rosa, palabras dulces, palabras tiernas de gratitud y alabanza, de afecto y digna bendición. También así, un recuerdo póstumo para quienes han viajado al Reino de la luz y atienden hoy, a las puertas del cielo. En una vida fugaz y pasajera sembramos semillas que con el paso del tiempo se cosechan, sus desvelos y sacrificio, océano calmo, océano inquieto: Transitar este barco seguro a buen puerto.
Las secretarias pintan sonrisas en sus labios cuando escuchan, cual confidentes, los más intrincados conflictos, dificultades o problemas cotidianos: No siempre es posible ofrecer una respuesta inmediata, las carencias, falta de recursos, el tiempo escaso posponen la atención: Acumulemos un tanto de paciencia y buena voluntad, juntos descubriremos un cielo abierto, lleno de sol en primavera y las soluciones irán apareciendo como el pasto tierno que cubre la pradera.
Como en todas las cosas, en las instituciones o comunidades sociales, personas reales encarnan a sus miembros, funcionarios o trabajadores. Algunos, se encuentran disponibles a cumplir con esmero responsabilidades, quehaceres y tareas, otros sufren en la oficina una vocación y talento que no les corresponde, ellos son minoría, la excepción que confirma la regla.
En el día a día del trabajo cotidiano, sumando buenas intenciones, amor al prójimo y vocación de servicio público, los hombres y mujeres de las diversas reparticiones obsequian caridad, obsequian amor y cariño al trabajo bien hecho, a la donación y entrega sin esperar recompensa.
Entonces, la celebración y fiesta, en este día, es meritoria. Meritoria, pues acumulamos razones sublimes para estar contentos, el júbilo embarga a todos quienes se sienten responsables de un compromiso solidario con cada ciudadano, hombre, mujer o niño, adulto mayor o recién nacido, emoción por la labor cumplida, por entregarse entero para facilitar la vida de los otros al responder con premura, diligencia y sigilo ante el desastre, el accidente, la catástrofe o cualquier fenómeno destructivo e implacable. Atender a tiempo, estar preparado, disponible y dispuesto para ir en rescate del desvalido, del que lo perdió todo a manos del voraz incendio, encontrar el cuerpo del niño que se lo llevó la corriente del río. Amigos, de tal modo, esta labor y vocación, este compromiso y desvelo se verá retribuido en la mirada tierna y noble de los ojos de un niño, en la calma y esperanza de un anciano, en el futuro promisorio de todo un pueblo y el reconocimiento a cada repartición y cada servicio público.
Hoy nos reunimos, damos amable reconocimiento a todos quienes desempeñan labores en la administración pública de nuestro querido Parral. A ellos les regalamos, cual botón de rosa, palabras dulces, palabras tiernas de gratitud y alabanza, de afecto y digna bendición. También así, un recuerdo póstumo para quienes han viajado al Reino de la luz y atienden hoy, a las puertas del cielo. En una vida fugaz y pasajera sembramos semillas que con el paso del tiempo se cosechan, sus desvelos y sacrificio, océano calmo, océano inquieto: Transitar este barco seguro a buen puerto.
Marcelo Sepulveda Oses
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