“LA COLORINA”, CASI UNA LEYENDA
Enviado por Alejandra Gallero Urizar el 16 Agosto 2009
Su nombre Stella Díaz Varín. Dueña de una indómita cabellera roja y de una personalidad polémica y rupturista, no pasó desapercibida entre la intelectualidad bohemia santiaguina. Formó parte de la Generación Literaria de 1950, se perfiló como una voz singular y trascendente en la historia de la literatura chilena. Su poesía fue una expresión original que plasmó su fuerte personalidad creativa y bohemia, con una perspectiva femenina.
Nació el 11 de agosto de 1926 en La Serena. En mayo de 1947 llega a Santiago dispuesta a estudiar medicina y especializarse en psiquiatría, sin embargo, no concluyó la carrera. El mundo intelectual de la época y su inclinación por la literatura, en especial la poesía, cambiaron el rumbo planificado. Se integró activamente a la Alianza de Intelectuales de Chile -dirigida por Pablo Neruda - y a los círculos culturales existentes. Su concurrencia a la mítica bohemia de El Bosco (famoso café santiaguino), le permitió cultivar amistad con destacados creadores nacionales como Alejandro Jodorowsky, Enrique Lihn, Ricardo Latcham, Mariano Latorre, Luis Oyarzún, Jorge Teillíer, José Donoso, entre muchos otros. En ese período comenzó a colaborar en algunos diarios nacionales como El Siglo, Extra, La Opinión y La Hora; al mismo tiempo que participaba en las diversas actividades generadas por la Sociedad de Escritores de Chile. En 1949 publicó su primer libro, “Razón de mi ser”. Los poemas de este volumen reflejan la vitalidad y fuerza de la poetisa. A través de imágenes sugerentes, temas como la muerte, la soledad y el reconocimiento a la condición femenina, evidencian en este poemario la relación inseparable entre la vida y la creación poética de la escritora.
Su producción literaria continuó con “Sinfonía del hombre fósil” (1953), “Tiempo, medida imaginaria” (1959) y “Los dones previsibles” (1986). Este último libro recibió el Premio Pedro de Oña en 1986, y su publicación incluyó un prólogo de Enrique Lihn.
Poema IX de la obra “Los dones Previsibles”
Es así
Que la vida es en su muerte
Una pura substancia
Un sereno ocurrir, naturalmente
Un ritual
De poderes ocultos en su origen
Un circulo elemental
Un curioso bullicio
Un germinar muriendo.
Es así
Que estoy viva
Y en cada vida
Se me va la muerte.
Aunque fue reconocida tardíamente por una pequeña parte de la crítica especializada, su poesía marcó nuevos rumbos en la creación poética nacional. Fue incluida en numerosas antologías, entre las que destacan Poesía Nueva de Chile (1953); La mujer en la poesía chilena (1963); y Atlas de la poesía chilena (1958). Con una dilatada trayectoria en las letras nacionales, Stella Díaz Varín reivindicó el oficio de poeta desmitificándolo, denunciando las carencias de esta labor: "Yo creo que deberíamos preocuparnos un poco de que el poeta deje de ser una especie de ser mítico, alado y peregrino. El poeta es un ser humano con familia, con necesidades biológicas y necesidades de todo tipo, al que nadie le da boleto en este país (...) por lo menos me gustaría que el hombre creador tuviera una base y una mínima seguridad de vida para que pudiera seguir creando".
El martes 13 de junio del 2006, la “Bukowsky chilena”, como la calificara el periodista Sergio Gómez, falleció a los 79 años de edad. Ingresó a la Posta Central con la certeza de que era el final de su paso por la tierra. Su último proyecto al que dedicó sus postreros días fue su biografía: “Stella extragaláctica”.
Alejandra Gallero U.
parralina@yahoo.com
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