Enviado por Marcelo Sepulveda Oses el 17 Agosto 2009
La feria libre y el mercado se constituyen en un punto de encuentro, intercambio comercial y un espacio particular de la ciudad. En nuestro país y muchos otros lugares del mundo, la feria como la entendemos en Parral, Retiro, Longaví o Ñiquén es una prolongación del comercio establecido, pero en este caso en particular, las ventas están dirigidas a ofrecer verduras, frutas, legumbres y un sin fin de otros productos indispensables en las dietas de alimentación de la población, siendo la oferta de hortalizas y vegetales el núcleo central del comercio en las ferias, aunque poco a poco, se ha diversificado. El concepto de feria como mercadeo proviene del período histórico de la Edad Media que naturalmente sufre una constante y permanente evolución y adaptación a las necesidades y requerimiento de los clientes modernos.
Mención especial origina, en Parral, el Mercado Municipal que entre salmón, reineta, pescada, cholgas y almejas, los ingredientes fundamentales para la preparación de exquisitos y deliciosos manjares provenientes del Océano Pacífico podemos admirar o adquirir ponchos, aperos para caballares y una amplia y variada exposición y venta de artículos de múltiple uso.
La feria reúne a cantores populares, políticos en campaña, amigos extraviados en el tiempo con quienes volvemos a conversar, niños buscando juegos nuevos o cualquier cosa que estimule su ansiosa inquietud, herramientas, ropa usada, pavos, gallinas y conejos…Este es, sin lugar a dudas, un espacio creado a propósito donde se mezcla la tradición popular, los hombres y mujeres del campo o la ciudad quienes comparten e interactúan entre sí, doblegando la inquietud de abastecer las despensas y disfrutar de un paseo ameno y entretenido en medio del bullicio y el tráfico urbano.
Cuando alguna persona proveniente de otras ciudades o países nos pregunten por un lugar que corresponda a la categoría de espacios típicos o turísticos no dudemos en enviarlos al Mercado o la Feria Libre, siempre el visitante agradece el encuentro cercano con un medio diverso y complejo, pues funciona con una dinámica particular y representan, en parte, nuestra identidad, idiosincrasia y la cultura autóctona.
A través de estas páginas, aprovecho de saludar a todos quienes trabajan o dependen de estos lugares tradicionales de la ciudad para generar el sustento diario, aquellos que dan origen a las características peculiares de este paseo de compras. Insto, también, al resto de la población a valorar y agradecer a la familia comercial de la Feria y el Mercado por el servicio a la comunidad que promueven, su entusiasmo y buen humor, el cariño y afecto de los caseros. Disfrutemos los aromas, sabores, el brillo y el color de manzanas y mandarinas, las texturas y formas de un mundo fresco y liviano plantado medio en medio de la ciudad.
Marcelo Sepúlveda Oses
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