lunes, julio 20, 2009


LOS ADULTOS, ESPEJO PARA NUEVAS GENERACIONES
Enviado por Marcelo Sepulveda Oses el 20 Jul 2009
Es dramático darse cuenta cómo hemos validado hechos, acciones y conductas negativas en nuestro medio social: No importa mentir si el engaño me produce algún beneficio, descalificamos a los otros sin compasión, privilegiamos nuestros intereses personales antes que el bien común, hemos perdido el respeto, la confianza, la honradez e incluso los valores más elementales que promueven buena convivencia en el medio social donde nos corresponde vivir.
Quienes debiéramos ser modelo a imitar por las nuevas generaciones validamos modos conductuales negativos. El ser humano, al momento de nacer, posee un espíritu cristalino, todas las capacidades para convertirse en un hombre y mujer de bien, pero las generaciones mayores le ofrecemos la oportunidad de adquirir esquemas de comportamiento equivocado y a veces nefasto. Inapropiado someter a los niños y jóvenes a experiencias traumáticas y violentas, así, ellos aprenden a odiar, a dejarse guiar por el consumo, el materialismo y el individualismo, a despreocuparse del prójimo. Generalmente, estos aprendizajes equivocados generan acciones erróneas, como son la delincuencia, la prostitución, el alcoholismo y la drogadicción, entre muchos otros. Los jóvenes no nacen alcohólicos, drogadictos o delincuentes, les enseñamos estos equivocados comportamientos. Si un niño acostumbra a observar y vivenciar actos violentos en el hogar, es muy probable que se convierta en una persona agresiva e iracunda, alguien que no controla adecuadamente sus estados de ánimo, por tanto, los adultos somos ejemplo y espejo para aquellos seres que gobernarán el mundo futuro.
Creo, de meridiano criterio, ofrecer, a los niños y jóvenes, oportunidades ciertas de crecimiento personal y espacio adecuado para la adquisición de mejores aprendizajes. El hogar y la familia deben ser el resguardo de las nuevas generaciones, la escuela, un centro de aprendizaje del conocimiento, las virtudes y buenos hábitos, es allí donde podemos descubrir nuestros talentos, habilidades, destrezas y vocación. Regalemos experiencias de vida enriquecedoras, aunemos criterios para fortalecer la educación de los otros en el ejemplo, en el “aprender haciendo”, practicando los valores sublimes del espíritu humano.
Si todos, sin excepción, nos dedicamos a esta tarea, estoy cierto que este mundo puede cambiar, que la convivencia y la armonía serán el destino de la raza humana. Si por el contrario, dejamos a la deriva, sin brújula, extraviados a los pequeños habitantes de la familia es probable que en un futuro no muy lejano este planeta sea un lugar inhóspito, degradado y al borde de un colapso definitivo. Por el bien de la humanidad, protejamos y eduquemos, acertadamente, a la generación de recambio.
Marcelo Sepulveda Oses

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