FESTIVAL DEL CAMARÓN
Enviado por Alejandra Gallero Urizar el 28 Jul 2009
La ciudad de San Gregorio, capital de la Comuna de Ñiquén, VIII Región, se vistió de fiesta.
El fin de semana recién pasado, con ocasión de la celebración del Noveno Festival Folclórico del Camarón, la ciudad se iluminó con el colorido de la feria artesanal, el sol invernal quiso estar presente y la abundante afluencia de afuerinos que concurrieron, la mayoría en familia, a participar de la música, la comida y el jolgorio general.
En las “cocinerías” instaladas para degustar comidas típicas chilenas, además del celebrado camarón de vega, reinaba, entre el humo de los anticuchos, empanadas, cazuelas de pava y caldo de camarones, la música como un invitado que se gana un importante sitial.
Grupos folclóricos se encontraban animando el lugar. Sin embargo, entre los anónimos comensales surgieron tonadas, cuecas, y canciones populares acompañadas de los sones sacados por dedos expertos con las guitarras. En otro ángulo, jóvenes obtenían de la quena melodiosos compases. En algún momento ambos grupos de juntaron formando un ramillete de cubría edades tan dispersas como generaciones representaban. Allí la brecha entre adultos y adolescentes se disolvió en la nada. El entusiasmo aumentaba mientras las voces, sumadas al compás de las palmas, se abrían paso entre el bullicio de la abundante clientela.
Las botellas de vino llegaban de regalo a los cantores. Pero, el entusiasmo iba más allá del vino: la dicha de compartir la música, de unir las voces, de celebrar la vida.
La ciudad de San Gregorio suele tener una calma que adormece. Pocas personas transitan por sus calles y aún menos son los vehículos que pasan. Tiene una antigua y hermosa plaza. Amparado por la sombra de sus vetustos árboles se puede disfrutar de la quietud y el silencio. Algunos estudiantes caminan de regreso a sus viviendas. Luego, vuelve a estar quieta. Tal vez por eso me sorprendió tanto verla vestida de fiesta. Parecía haber despertado de un prolongado sueño y ardía en deseos de celebrar por ello.
Tradiciones como la celebración del camarón son las que unen a un pueblo. Gentes venidas de la capital, del puerto de Valparaíso, de Chillán y de Portezuelo. Todos confluyeron allí, en esa ciudad pequeña y callada. Ahora comprendo en donde radica la importancia de mantener las tradiciones; hombres y mujeres de sur a norte se reconocen como una sola identidad. El hombre no creó la música; sólo la interpreta, la rescata de una caña agujereada, de un trozo de madera transformada en guitarra, del estirado cuero de un tambor. La música viene desde la raíz de la tierra para que el hombre la descubra y se una a través de ella.
Este año el festival contó con los más altos exponentes de la música, la danza y del humor. En la música se hizo grande con la actuación de los hermanos Campos y del conjunto Inti Illimani. En la danza el Conjunto Folclórico Danzarte Concepción Quillahua, hizo lo suyo y en el humor, el reconocido Memo Bunke puso la risa saludable.
Me alegra haber formado parte de la celebración de una de tantas tradiciones nuestras: el Festival del Camarón. Rejuvenece el alma, hace bien al espíritu ver tanta gente reunida celebrando lo que la tierra nos da sin pedir nada a cambio. Hace bien encontrar personas que nunca has visto y que sin embargo sientes que están unidos por las mismas emociones. Un mundo así, parece que no fuese el nuestro. Pero, afortunadamente, en ciertas ocasiones, lo es.
Alejandra Gallero U.
parralina@yahoo.com
Alejandra Gallero U.
parralina@yahoo.com
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