EL PODER DE LA TOMA DE DECISIONES
Enviado por Marcelo Sepulveda Oses el 10 Nov 2008
En el día a día de nuestra efímera existencia en este planeta vamos tomando decisiones a diario que conllevan aciertos o errores, pero, querámoslo o no, debemos tomar un sendero, un camino que nos conduzca a nuevas y vitales decisiones. Cada uno en su particular responsabilidad elige qué hacer, cómo enfrentar los problemas, de qué modo construir este planeta dado en gracia, buscar nuevas e innovadoras opciones que propendan al beneficio de la sociedad en su conjunto, en las que el bien común se transforme en condición prioritaria del quehacer cotidiano.
Quizás, en el instante en que nos equivocamos o cuando vemos el resultado de un desacierto, podemos reconocer el error y enmendar el rumbo, asumir una debilidad soberana en la toma de decisiones, que es perfectamente factible equivocarnos, pero seguros de nuestra perecedera debilidad ante lo imposible o aquello que nuestros ojos no alcanzan a reconocer, podemos, humildemente aceptar el error o la equivocación.
Para aquellos que trabajamos con personas, quienes podemos y debemos encaminar a otros por el intrincado sendero del conocimiento, los valores permanentes de la sociedad o la práctica de algún oficio, el acierto o error, inexorablemente constituye una herencia de largo plazo y de efectos inconmensurables.
Creo que nos hace mucha falta, como sociedad, aprender a asumir la posibilidad de la equivocación, a todo nivel, en el hogar, en la comunidad, en las instituciones, en la escuela y muy prioritariamente en el colegio, pues somos las Instituciones Educativas las que tenemos a cargo la formación de la generación de reemplazo. Si nuestros jóvenes no se encuentran bien preparados, si no estamos de acuerdo con su modo de pensar o la música que les agrada es porque nosotros, los adultos, los que podemos influir positivamente, según nuestro propio criterio, no hemos dado lo mejor de sí en beneficio de articular opciones acertadas, posibles en la resolución de problemas.
Nuestra época, este tiempo que nos corresponde vivir, nos exige darnos, ofrecer a los jóvenes conocimientos, competencias, experiencias de vida, calificar aptitudes, actitudes, virtudes y talentos, descubrir en ellos una vocación, ayudarles a armar un proyecto de vida que los conduzca a la felicidad, el bienestar y el ser más persona. Es allí donde debemos concentrar el empeño, sustentar calidad y equidad de los conocimientos en un Proceso de Enseñanza Aprendizaje dinámico, documentado, eficiente y permanente. Nuestra decisiones de hoy implican los resultados de mañana, somos los constructores del futuro que se aproxima, así alcanzaremos los dominios cognitivos y valóricos que el mundo en que vivimos nos exige.
Marcelo Sepulveda Oses
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