martes, septiembre 30, 2008

LOS HOMBRES Y MUJERES DEL NUEVO SIGLO
Enviado por Marcelo Sepulveda Oses el 29 Sep 2009
Hoy por hoy, se escuchan diferentes voces que pregonan sentencias drásticas, algunas, incluso, de carácter apocalíptico, de destrucción, colapso y muerte. Quizás, el temor y miedo influye, transversalmente, al conjunto de la sociedad. El reino de la técnica, la tecnología y las comunicaciones han modificado nuestro concepto genérico del mundo en que vivimos. Una competencia mediática, de éxito personal sin importar los medios para conseguirlo, define la convivencia entre personas. Arrogantemente, nos complacemos de nosotros mismos, descalificamos al otro sin mediar un conocimiento cabal de su persona y virtudes. Anhelamos, fervientemente, ocupar sitiales, disfrutar el reconocimiento, arrogarnos los aplausos y vítores que, a lo mejor, pertenecen a otros.
Los economistas señalan y previenen una crisis de insospechadas consecuencias, el mundo político pone de relieve los desaciertos del rival y sobredimensiona sus propios méritos, una televisión regida por la farándula, el chisme y el sobre-erotismo influye directamente en la formación y educación de las nuevas generaciones, el “facilismo” y la mediocridad se validan y usurpan el digno trono de la sabiduría, la ciencia y el pensamiento profundo de la filosofía.
Creo, modestamente, nos hace mucha falta mirarnos a nosotros mismos, descubrir nuestros talentos y virtudes; pero, aceptar que el otro es depositario de tantos o mejores conocimientos que los míos, reconocernos ignorantes en infinidad de materias para regalar la oportunidad a esos otros que representen sus personales valores. Admiremos a los Grandes Maestros, imitemos, sin prejuicios, sus nobles ideales. No actuemos a la defensiva pensando que el otro “me hace sombra”, por tanto, no felicito sus logros. Practiquemos la auto-evaluación, la mesura en el hablar cotidiano, la prudencia. Abandonemos la auto-complacencia, desafiémonos a nosotros mismos, cada día, para crecer, vitalizar el espíritu, dominar aquellos deseos destructivos y sustentar los valores sublimes que encarnan el bien, la moral, lo ético, el amor sin envidia, sin rencor, no buscar el mal del prójimo: Mi vecino. Ser solidarios, en lo material, con aquellos que lo requieren, pero también obsequiar bienes que sublimen el espíritu y desarrollen la mente siempre llana a descubrir nuevos y mejores conocimientos.
Ante estos tiempos de competencia feroz en todas las latitudes del planeta, se requieren hombres y mujeres de respeto, responsables, honrados; más y mejores personas dispuestas a dar antes que recibir. Rescatar del baúl de los recuerdos la humildad y la prudencia, la fe, la esperanza y la caridad. Si nuestro afán es construir una mejor sociedad y un mundo feliz, todos, desde su particular tribuna, debemos colaborar para engrandecer la mente y el espíritu. Ser capaces de asumir el rol y tarea asignada a cada uno según su capacidad y competencia.
Marcelo Sepulveda Oses

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