Enviado por Luis Espinoza Olivares 23 junio 2016
La
Naturaleza no es nuestro entorno: nosotros somos parte de ella. Cuidémosla y
nos estaremos cuidando nosotros. Bosques,
ríos, lagos y muchos otros ecosistemas reproducen la cadena de la vida: tenemos
el deber ético de cuidar la vida.
Preservar
la calidad del aire y del agua, ha sido una de las instancias que tal vez ha
congregado al mayor número de personas en el mundo: Foros Mundiales, acciones
de Green Peace, Naciones Unidas, etc. Recordamos aún la famosa Convención de
Suecia en 1972, oportunidad en que todo el Planeta consensuó una serie de
acuerdos tendientes a cuidar de la salud de la Madre Tierra para poder asegurar
mayor calidad de vida a todos sus habitantes. Se determinó que el 5 de Junio
fuese el Día Mundial del Medio Ambiente.
Después
han ocurrido incontables Congresos, Convenciones y Encuentros de nivel mundial,
en los que se han reiterado los mismos conceptos. Sin embargo… ¡el Planeta
Tierra está aún más enfermo! Particularmente, Chile y su capital son uno de los
lugares más contaminados del orbe: alertas de preemergencia, aumento de
enfermedades respiratorias, incluso con índices de mortalidad.
El Planeta
se asfixia, el aire es irrespirable, las aguas corrientes están envenenadas, se
destruyen bosques y reservas naturales, aumenta el orificio de la capa de
ozono, resultando un aumento de cáncer a la piel por el paso incontenible de
los rayos UV. ¿Qué está pasando? Simplemente
la incoherencia de la acción humana. Nuestro discurso es diferente de
nuestras acciones. Todos opinan, pocos actúan correctamente, seguimos
contaminando…
Salgamos
por nuestra ciudad en noche de invierno: casi no hay aire, solo humo y más
humo. Chile entero está contaminado: Santiago, Temuco, Coyhaique, Talca, Padre
Las Casas, etc. Ciudades enteras exhiben altos índices de contaminación. Preemergencias
ambientales, medidas restrictivas… Todos pedimos soluciones a las Autoridades,
pero no somos capaces de aportar a la solución. Seguimos quemando leña con más
del 20% de humedad. Los vehículos arrojan gran cantidad de material
particulado. Las acciones domésticas siguen contribuyendo a la contaminación
(quema de basura, exceso de detergentes en las aguas, etc.).
Además, en
la actualidad vivimos la “cultura de la tala”: cortamos cuanto árbol se nos
pone por delante, sin reconocer el aporte de la vegetación en la purificación
del aire.
¿Qué hacer?
En lo inmediato, concientizarnos del daño que haremos a las futuras
generaciones por nuestra conducta contaminante. En el largo plazo, educar a
niños y niñas para aprender a respetar y cuidar el medio ambiente, evitar la
destrucción de la vegetación, amar a la naturaleza porque somos parte de ella y
debemos vivir en armonía con ella.
Aún es
tiempo de frenar este inmenso problema. Una iniciativa puede ser la creación de
la Oficina Comunal de Protección del Medio Ambiente, dependiente de la Ilustre
Municipalidad, la que podría actuar en coordinación con Organismos validados
profesionalmente, como INDAP, SAG y otros.
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