Enviado por Luis Espinoza Olivares 7 mayo 2016
“Sábado 7 de Mayo 2016: viajando en micro
entre Talcahuano y Concepción, observé como un joven padre, acompañado de su
pequeño hijo, arrojó por la ventanilla del vehículo en movimiento una pequeña
bolsa con basura. Acto seguido, el niño hizo lo mismo con el envase de sus
galletas, lanzándolo con furia por la ventanilla”. Esta situación ejemplifica
conductas que habitualmente se observan en todas partes.
No es mi intención generalizar ni incomodar a
nadie, pero la grave crisis que viven actualmente los Colegios tiene su punto
de partida en los hogares. Reconozcamos
que existen muchos padres y familias que entregan una buena formación a sus
hijos, caracterizada por buenos hábitos, responsabilidad, respeto, sentido
de superación y otros valores que garantizan el éxito de niños y jóvenes en los
Establecimientos Educacionales. Pero no son todos…
Es cada vez más común la despreocupación de
los padres y tutores: niños que casi no los ven durante todo el día, jóvenes
que no viven con sus padres por distintos motivos, escasa comunicación y
diálogo en el hogar en torno a temas que afectan a los adolescentes, entre
otras situaciones que han terminado por traspasar totalmente la responsabilidad
a los Colegios, en lo que a formación valórica y de hábitos se refiere.
De qué sirve que los Colegios tengan
edificios de lujo, con material tecnológico de última generación, con
normativas legales que garantizan el derecho constitucional a la Enseñanza… En muchos
casos los niños y jóvenes estudiantes llegan a los Establecimientos
Educacionales carentes de los más mínimos hábitos y valores, demostrando
actitudes de falta de respeto hacia los Profesores y Funcionarios, escasa
responsabilidad en el cumplimiento de sus deberes escolares, mínimo interés por
asumir su rol de estudiantes dedicados a aprender lo establecido en los
Programas de Estudio.
Y que conste que el Estado de Chile (con
plata de todos los chilenos) está realizando enormes esfuerzos para una
Educación de Calidad de todos los estudiantes entre Pre Kinder y Cuarto Medio,
y también en la Educación Superior. Hoy está instalada la gratuidad en
Educación. También hay Programas Asistenciales de JUNAEB como Alimentación y
Salud Escolar. Modernos edificios para asegurar el bienestar en la asistencia a
clases. Textos Escolares gratuitos. Locomoción Rural y Urbana. Programas
Preuniversitarios. Inscripción gratuita para rendir la PSU. Programas de
Atención a las Necesidades Educativas. Útiles escolares gratuitos. Computadores
para todos los alumnos de Séptimo Año. Residencias Familiares, etc., etc.
Pregunto: ¿QUÉ MÁS QUIEREN? Con todo
esto y mucho más, aún siguen reclamando… Además, las mediciones nacionales de
SIMCE y PSU muestran pésimos resultados.
Nadie se atreve a decir estas cosas, por no
quedar de “mala onda”. Ya nos habría gustado a los de nuestra generación tener
todas estas maravillosas ayudas, las que en general no son valoradas por
nuestros actuales estudiantes.
Falta la dulce y firme mano de los hogares,
para que los niños y jóvenes –desde que nacen- sean educados con amor y
exigencia, enseñándoles responsabilidad, alegría, esfuerzo, amor al trabajo
bien hecho, respeto incondicional a todas las personas, cultivo de la buena
convivencia, altas expectativas. En los hogares debe imperar el afecto, pero
también el orden y la disciplina.
LAS COSAS CLARAS: CON LAS DEBIDAS EXCEPCIONES, ALGUNOS NO ESTÁN
HACIENDO BIEN LA PEGA Y NO SON PRECISAMENTE LOS COLEGIOS.
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