Enviado por Luis Espinoza Olivares 04 abril 2016
Los
necesarios equilibrios en la convivencia comunitaria requieren de un sentido de
ubicación que permita visualizar en qué estamos fallando y cómo aportamos para
que todo funcione como debe funcionar.
En las
sociedades se establecen equilibrios producidos por el desempeño de diferentes
funciones y roles, los que están en directa relación con las capacidades e
intereses de las personas. Cada uno está capacitado y preparado para realizar una
actividad, una función. De buen o mal desempeño de la función que corresponda
dependerá la armónica convivencia de los demás integrantes de esa sociedad.
El necesario
equilibrio se rompe en la sociedad cuando –voluntaria o involuntariamente-
alguien asume el desempeño de una función para la cual no está capacitado ni
posee las habilidades e intereses necesarios para cumplir eficientemente con el
rol que realiza. Los motivos pueden ser muchos, generalmente se conoce de casos
de personas que realizan tareas o labores por el solo hecho de haber sido
designados según el grado de amistad que tenga con quien decidió su
incorporación.
Entonces podemos apreciar el progresivo deterioro de los roles sociales. Y ello no solo ocurre en el ámbito laboral, también se observa en el plano familiar. Muchas personas asumen la educación de niños sin ser los padres naturales. Convengamos que en muchos casos algunas personas que no son los padres educan en buena forma a los niños y jóvenes que les han sido encomendados, entregándoles valores y conductas positivas. Pero en otros casos esta situación no se aprecia, teniendo como resultado una pésima formación que trasunta en un mal desempeño futuro de los niños y jóvenes.
Pero,
volvamos a los roles sociales: ser padre, madre, trabajador, obrero,
funcionario, profesional, etc., exige un adecuado desenvolvimiento, conforme a
lo que se espera de cada persona. Sin embargo, vemos como muchos padres,
trabajadores o profesionales no tienen el desempeño que deben tener, provocando
un daño a veces irreversible. Si un trabajador realiza mal su tarea provocará
problemas a la sociedad. Igual sucede con el rol familiar o profesional. La
sociedad espera que cada persona realice bien su rol o trabajo, para que
realmente se constituya en un aporte. En caso contrario, solo provocará daño.
Así lo vemos a diario.
Si alguien no está preparado para realizar una determinada labor, o no tiene las capacidades necesarias o real interés en lo que realiza, es mejor que se vaya y deje su lugar a otros. Así se evitarán problemas y daño a las demás personas. Solo así podremos mantener los necesarios equilibrios para vivir en paz y en armonía.
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