UNA OPINIÓN / LA INELUDIBLE LABOR EDUCATIVA DE LA FAMILIA
Enviado por Luis Espinoza Olivares el 11 Abr 2009
La ineludible labor educativa de la Familia. La época que nos ha correspondido vivir, se caracteriza principalmente por el vértigo que se le imprime a cada actividad. Consecuente con ello, ha aumentado el estrés y la depresión, producto de la sobrecarga de exigencias en todas las acciones desempeñadas. Ello se nota aún más cuando las personas no están capacitadas para responder a las exigencias por las cuales deben responder.
Por tal motivo, es absolutamente imprescindible que cada persona esté debidamente capacitada para la tarea laboral o social que le corresponda desarrollar en la sociedad. Además, estas exigencias se amplían al plano familiar, ámbito en el cual cada vez existe menos tiempo, dada la moderna estructura de las familias. De este modo, muchas madres también trabajan, parcial o totalmente, para colaborar con el jefe de hogar en el mantenimiento del hogar.
En este sentido, los hijos disponen cada vez de menos tiempo para recibir la necesaria educación dentro del hogar, tan fundamental para adquirir y desarrollar valores, hábitos y actitudes positivas que les permitan insertarse positiva y favorablemente en la sociedad. Como este es un hecho irrefutable, se ha llegado al punto que muchas de las tareas educativas del hogar y la familia han sido traspasadas lenta y gradualmente a los Establecimientos Educacionales, con el consiguiente sobrecargo a estas Instituciones.
Es cierto que no es la cantidad de tiempo dedicado a los hijos lo que hará la diferencia: es la calidad de los momentos que se permanezca con ellos. Allí y entonces es donde se fraguarán las bases del comportamiento personal y social de los futuros ciudadanos, quienes pletóricos de una adecuada formación en el hogar y en los Colegios, serán los líderes de la sociedad del mañana, aportando con su inteligencia, trabajo y buena voluntad para que nuestra sociedad sea cada día mejor. En contrario, un niño escaso de afecto y cariño, estará desprovisto para insertarse favorablemente en la sociedad futura que le corresponda vivir.
Entonces, lo correcto y obvio es pensar que las familias deben dedicar el tiempo que corresponda a la educación y formación integral de sus hijos. No basta en confiar en las innumerables redes sociales que contribuyen a esto. Esas Instituciones solo complementan algo que se supone viene desde la cuna. Cariño, afecto, estimulación, protección, seguridad, son elementos básicos para que el ser humano se desarrolle con una autoestima aceptable y deben ser procurados en el seno del hogar. Cuando uno o ambos padres están ausentes por motivos justificados, alguien de la familia debe asumir este rol. Distinta es la situación ocurrida cuando injustificadamente uno o ambos progenitores se ausenta del hogar. Aquí lo que cabe es la invitación a reflexionar sobre la necesidad que tienen los niños de poder contar con la imagen parental, irreemplazable, insustituible.
No es posible que muchos padres hoy en día –a veces sin ninguna justificación- entreguen su rol educacional irrenunciable a otras Instituciones como Internados, Colegios, Casas de Acogida, Hogares de Menores, etc. Cada padre o madre debe agotar los medios para jugársela por sus hijos, en el bien entendido que de esta forma estaremos reduciendo la cantidad de problemas sociales por los que atraviesa nuestra juventud y que muchas veces se producen solo porque hay niños y jóvenes que no han sido bien orientados por su familia.
Desde una perspectiva estrictamente social, consideramos que es hora que cada progenitor asuma su responsabilidad para con sus hijos y deje de eludir la tarea que a otros no les corresponde realizar, salvo en el plano subsidiario. Es propicio citar un antiguo refrán que dice: “Ayúdate, que Dios te ayudará”.
Luis Espinoza Olivares.
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