domingo, abril 19, 2009


HISTORIA DEL LIBRO

Enviado por Alejandra Gallero Urizar el 19 Abr 2009
Cuando tomamos un libro en nuestras manos para aprender, emocionarnos o bien entretenernos, no imaginamos cuantos siglos debieron transcurrir para que ese valioso objeto llegase a ser lo que hoy, al que con tanta facilidad, podemos acceder.
La historia del libro incluye una serie de innovaciones tecnológicas que, a través de los siglos, han permitido mejorar la calidad de conservación de los textos y el acceso a la información, manejabilidad y coste de producción de ellos.
El desarrollo de escritura, base de la existencia del texto y luego del libro, esta motivada por la búsqueda de medios para conservar y transmitir los valores culturales.
La escritura empezó a elaborarse hacia el IV Milenio A.C.; en principio en forma de imágenes que pasaron a conformar conjuntos pictográficos por simplificación. A continuación surgieron los ideogramas y después los signos fonéticos que simbolizaban los sonidos (sílabas o letras). Sin embargo, el libro sigue estando ligado a su soporte, a la voluntad humana de dar una materialidad perdurable a un texto.
La piedra fue el soporte más antiguo de escritura que ha llegado hasta nuestros días; pero la madera sería realmente el verdadero soporte del libro. Las palabras biblos y liber tienen, como primera definición, corteza interior de un árbol.
En el III mileno a.C. se encontraron unas tablillas de arcilla utilizadas en Mesopotamia. El cálamo, un instrumento en forma de triangulo, servía para imprimir una escritura en forma de cuña, de allí deriva el nombre de escritura cuneiforme. En Nínive fueron encontradas 22.000 tablillas del siglo VII a. C., era la biblioteca de los reyes de Asiria que disponían de talleres de copistas y lugares idóneos para su conservación. Esto supone que había una organización en torno al libro, un estudio sobre su conservación y clasificación.
El papiro reemplazó a las tabillas de madera o marfil en el Antiguo Egipto en el IV milenio a.C. Éstos constituyeron los principales soportes de la escritura, ya que se enrollaban en un cilindro de madera. Algunos sobrepasan los cuarenta metros (crónica del reinado de Ramsés III). A estos rollos se les denominaba como volúmina, plural de volumen. Los rollos de papiro que se conocen provienen de de tumbas en las que se depositaban, con plegarias, textos sagrados, como “El Libro de los Muertos”, que data de principios del II milenio a.C.

El pergamino fue paulatinamente sustituyendo al papiro. Su producción empezó hacia el siglo III a.C. Se fabricaba a partir de pieles de animales, podía conservarse por más tiempo en mejores condiciones; permitía además el borrado del texto, pero era un soporte muy caro tanto por la materia empleada como el tiempo que requería su preparación.
Los romanos utilizaban tablas de madera untadas con cera en la que se podía imprimir y borrar signos con ayuda de un estilete. Servían especialmente para enseñar a los niños.
Los autores de la antigüedad no tenían ningún derecho sobre sus obras publicadas; no existían ni los derechos de autor ni derechos de los editores. Cada quién podía copiar un libro y modificar su contenido. Los editores ganaban bastante dinero y los autores ganaban, sobre todo, la gloria: el libro conseguía inmortalizar a su autor. Esto pertenece a la concepción tradicional de la cultura: un autor se forma imitando a unos modelos a los que trata de mejorar. El estatuto del autor no es percibido como un estatuto absolutamente personal.
A través de la historia de la humanidad los libros siempre han sido censurados, ya sea por razones políticas o religiosas. Conocidos son los episodios en que miles de volúmenes fueron quemados; la destrucción de bibliotecas por parte de los cristianos por considerar que contenían elementos paganos, entre otras muchas. Se puede deducir que lo que está en juego en estas luchas en torno a los libros es: hacer desaparecer todo vestigio de las ideas del adversario privándole de la posteridad o de la inmortalidad que llevaba implícita el contenido de su obra. Se «golpea» brutalmente a un autor cuando se destruye su obra: es una forma de violencia que puede ser más eficaz que la violencia física. Hay, sin embargo, otra forma de censura menos visible, pero también muy eficaz, consistente en reservar un libro para una elite; el libro no es, en su origen, un soporte para la libertad de expresión. La edición de un libro se desarrolló en Roma en el siglo I a. C., con la literatura latina influenciada por el helenismo. Esta difusión concierne, especialmente, al círculo literario. Ático fue, por ejemplo, el editor de Cicerón. Pero el comercio del libro fue extendiéndose progresivamente por todo el Imperio Romano. El libro se difundió, por tanto, gracias a la extensión del Imperio que implicó la imposición de la lengua latina en la mayoría de los pueblos (España, África, etc.)
El papel reemplazó progresivamente al pergamino; una materia más barata que permitió una difusión más amplia del libro. Importante fue el rol que jugaron los monasterios en la conservación de los libros y de la antigua cultura, aunque los copistas no trabajaban con cualquier texto, sino sólo aquellos de contenido religioso, descartando todo aquel que consideraran “peligroso”.
La elaboración de las técnicas de impresión por parte de Gutenberg hacia 1440 dieron paso a la entrada del libro en la era industrial. El libro ya no era un objeto único, escrito o reproducido de acuerdo con la demanda. La edición de un libro requiere de toda una empresa, capital para su realización, y un mercado para su difusión. Por consiguiente, el coste de cada ejemplar baja considerablemente lo que, a su vez, aumenta notablemente su expansión. El libro en forma de códice e impreso en papel, tal y como lo conocemos actualmente, aparece, por tanto, a finales del siglo XV. A los libros impresos antes del 1 de enero de 1501 se les llama incunables.
Es difícil predecir el futuro del libro, debido al avance progresivo de internet, en donde se puede acceder a enciclopedias completas en minutos, así como a libros electrónicos. Sin embargo, se puede asegurar que el formato libro tiene, todavía, una larga vida, tanto para los que necesitan de una lectura secuencial, como para aquellos que el libro significa no sólo un bello objeto, sino también el soporte de información: novelas, ensayos, biografías, filosofía, historia, historietas ilustradas o libros de arte y un largo etc.
Fuente: Historia del libro De Wikipedia, la enciclopedia libre
Alejandra Gallero U.
parralina@yahoo.com

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