RECUERDOS DE NUESTRA HISTORIA / LA AURORA DE CHILE
Enviado por Alejandra Gallero Urizar el 14 Ene 2009
La Aurora de Chile, primer periódico de nuestra patria, vio la luz el jueves 13 de febrero de 1812. Su última publicación apareció el 1 de abril de 1813.Este periódico, de circulación semanal, salía a la venta los días jueves. Nació bajo un Decreto de la Junta de Gobierno que presidía don José Miguel Carrera, en el que designa editor el 16 de enero de 1812, por las las siguientes razones: “…se elija un redactor que adorno de principios políticos, de religión, talento y demás virtudes naturales y civiles, disponga la ilustración popular de un modo seguro, transmitiendo con el mayor escrúpulo la verdad que sola decide la suerte y crédito de los gobiernos, y recayendo ésta en el presbítero Fray Camilo Henríquez, de la orden de la Buena Muerte…” El hecho fue causa de regocijo para los patriotas, ya que con su aparición esperaban combatir el analfabetismo y la ceguera de quienes aún no comprendían que Chile era un país independiente.
Además de Fray Camilo Henriquez, muchos ilustrados patriotas participaron y colaboraron con la Aurora de Chile, entre ellos Bernardo de Vera y Pintado, Antonio José de Irisarri, José Manuel Gandarillas y Manuel de Salas; pero sin lugar a dudas fue el sacerdote Camilo Henríquez, quien destacaba entre sus contemporáneos por sus vastos conocimientos en historia y humanidades, el que hizo posible esta noble empresa. En la primera etapa del nuevo periódico, jugó un importante papel el tipógrafo norteamericano -también designado por José Miguel Carrera- Samuel Burr Johnston, el que más adelante publicó sus impresiones acerca de Chile y su proceso político independentista, en su obra "Cartas de un tipógrafo yanqui”.
Antes de que se editara la Aurora de Chile hubo algunas publicaciones que en total fueron doce trabajos tipográficos. Entre ellos se encuentran: Modo de ganar el Jubileo Santo (1776); Reglamento interior de la Recoleta Dominica (1783); Invitación al examen público de Pedro Tomás Alliende para optar a los grados de de Licenciado y Doctor en Cánones y Leyes (1806); e Invitación a las exequias del Obispo Francisco José Marán (febrero de 1807).
La Aurora de Chile publicó sesenta y dos ediciones entre las que se cuentan en 1812: un prospecto; cuarenta y seis ejemplares; un suplemento; dos ediciones extraordinarias y en 1813 se imprimieron doce ejemplares y un suplemento.
La imprenta fue importada por Mateo Arnaldo Hoevel desde Estados Unidos. Su primer dueño fue un hombre de apellido Livingston que vivía en New York; es él quien se la vende a Hoevel en un valor que se desconoce. Luego este comerciante de origen sueco, la embarcó con rumbo a Chile en la fragata Galloway, la cual llega al puerto de Valparaíso en 1811. Una vez en territorio nacional, Mateo Arnaldo Hoevel vende la imprenta al gobierno en la suma de 8.000 pesos. La imprenta que llegó a Valparaíso, era desde el punto de vista técnico, una máquina rudimentaria, y en cuanto a su aspecto, no se diferenciaba de la que Gutenberg desarrolló a mediados de siglo XV.
La maquinaria estaba compuesta por un platín de 32x32 cm aproximadamente, y en ella se colocaban los tipos. Estos últimos eran las letras o viñetas, que se ponían una a una en el platín. Los tamaños con los cuales contaba la imprenta del Gobierno eran tres: 16 la más pequeña, 8 la intermedia y 9 la más grande. La imprenta fue instalada en dependencias de la Universidad de San Felipe, donde se ubica el actual Teatro Municipal, según consta en los escritos del historiador José Toribio Medina. Actualmente se encuentra en la Biblioteca Nacional.
El periódico siempre expuso apasionadamente un franco pensamiento independentista. A través de artículos sobre los más variados temas de la actualidad nacional, buscando con afán impulsar el progreso de Chile en todos los ámbitos de interés nacional, -tales como la hacienda pública, industria, comercio, la policía, la “civilización de indígenas“. A causa de su clara línea editorial, la Aurora de Chile, tuvo acérrimos detractores que condenaban su espíritu de desafío hacia el dogma de la majestad real. No obstante, el periódico perseveró en la difusión de sus ideales e indudablemente llegó a convertirse en un símbolo del proceso de
la Independencia del país. Junto con ello, inició la era del periodismo chileno, transformando a su primer director, fray Camilo Henríquez, en el padre del periodismo nacional.
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