lunes, abril 04, 2011

MÁS ALLÁ DE LO CONCRETO

Recibido de Marcelo Sepúlveda Oses el 04 Abril 2011
muevomono

Todo a nuestro alrededor es tangible, un mundo en tres dimensiones donde las personas, cosas y materiales se pueden ver, oír, tocar, oler o gustar, aunque nuestra intuición, pensamiento o creatividad nos permite diseñar mundo distantes, imágenes deslumbrantes o posibilidades inesperadas.

Quizás, nos hacen falta sueños, quimeras o ilusiones. Viajes a lugares distantes en el espacio, requiebros en cuentos mágicos, lucecitas titilantes que invitan a divagar, regalarnos auroras boreales frente a la ventanas, abrigar estalactitas en la congeladora, ocultar en las raíces los frutos generosos como ocurre con las papas o los rabanitos, ser un poco locos para aventurarnos en lo desconocido o tan cuerdos como para encerrar en una gota de agua millones de átomos.

Todo, en nuestro mundo real, tiene medida, estructura, sentido, valor, norma y orden prefijado. Definimos sociedad, países, gobiernos y estados, planeamos reglas de urbanidad, escalas de valor, dominios matemáticos, supuestos efectos de particulares causas, nombres propios o comunes, adjetivos y complementos que sirven y determinan la acción del verbo y el Verbo es la esencia, el ser de todas las cosas, la médula espinal de este universo en que habitamos. Todo lo que existe frente a la razón humana, esta conciencia vital que se enmarca en el aquí y ahora, en el espacio real del presente absoluto. Pero más allá de todo, lejos muy lejos de aquí debieran existir otros, aquellos deslumbrantes desconocidos, dimensiones impresionantes, atajos y nuevos senderos. No pudiésemos ser los únicos, ni este mundo terrestre una sola excepción.

Quizá, hoy, escribo divagando, centrando la atención más allá de las nubes viajeras que se cruzan en mi camino sobre las montañas escarpadas o en lo minúsculo que pueden ser los electrones navegando en un átomo. No sé si viajamos hacia un infinito menos uno o a la inversa, sólo me atrevo a decir que habitamos en el aquí y ahora de lo tangible tan reales y concretos como la misma tierra que nos cobija, despertando cada día por la voluntad de respirar, alegres o melancólicos, no importa, existimos unos al lado de los otros, una comunidad de seres viajeros en mundos y espacios desconocidos.

Entonces, prefiero amar a quienes me rodean, respirar el aroma de cada perfume, descubrir la certeza de acariciar el agua cayendo por el estero, escuchar el rumor de las aves entre la inquietud de las ciudades que crecen, dibujar triángulos sobre cuadrados y círculos, apagar la noche cuando cierro mis ojos.

Amigas y amigos, gracias por permitirme viajar entre las líneas de cada artículo que les ofrezco, hoy soy más poeta, más cantor, más enamorado y les ruego con paciencia, aprovechemos cada maravilla esparcida junto a nuestros pasos, asignemos valor a los sentimientos, hagamos más humano este mundo cotidiano que nos cobija, quizás sólo estamos de paso, quizás heredaremos la eternidad o quizás iremos a la tierra como abono para nuevas semillas. Pero algo habrá que hacer, la guerra nos destruye, el odio corroe a la especie humana, mentir, matar o robar es un hábito indeseable, pero existe en cada esquina, maliciosamente la codicia del avaro mata niños de hambre, los ancianos sólo pueden aguardar la muerte, hay madres que abandonan a sus hijos y hay hijos que reniegan de sus madres. Algo habrá qué hacer si esperamos sobrevivir a este tiempo confuso en esta historia sin final.

Algo habrá qué hacer para conjugar progreso con misericordia, ciencia bajo el amparo de una o múltiples creencias de futuro, resolución de misterios secretos sin destruir el hábitat permeable de un planeta delicado. Algo habrá qué hacer para cobijar a los huérfanos, para deponer las armas, no contaminar el aire, el suelo y el agua. Aquí vivimos y habitamos, en un mundo concreto y real, complejo y múltiple, delicado, tan sutil como agua derritiéndose en un glaciar…

Ojalá mañana tengamos tiempo, aún respiremos el mismo aire, pronunciemos las mismas palabras, construyamos los mismos sueños abrigados en las mismas casas.

Marcelo Sepúlveda Oses

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