martes, marzo 03, 2009


JUANA DE IBARBOUROU, LA POETIZA QUE CON LUZ PROPIA, CANTA A LAS ALEGRÍAS Y TRISTEZAS

Enviado por Alejandra Gallero Urizar el 02 Mar 2009
Con Juana de Ibarbourou se afirma en el Uruguay un movimiento de aproximación a la realidad, paralelo al que se produce en toda la literatura latinoamericana. La ensoñación romántica, aunque tardíamente, flotaba dentro de la lírica. Estamos en los primeros años del 1900.
En Chile, Gabriela Mistral publica los "Sonetos de la muerte" pero todavía no había alcanzado el punto más alto de su creación, aunque ya había conmovido un vasto público por la trágica experiencia que su poesía desnuda.
Alfonsina Storni, en Argentina, lucha con la forma, publicando versos que luego quiere borrar.
De las tres poetisas contemporáneas: Gabriela Mistral, Alfonsina Storni y Juana de Ibarbourou, la uruguaya es la menos torturada. En ella no prima la búsqueda de novedades expresivas, no hay discusión por lo formal sino una confianza en los impulsos creadores, en la expresión de una sensualidad sana: su poesía es fuente de alegrías y de tristezas. En el aspecto formal se muestra apegada a formas más bien tradicionales y los elementos modernistas que aparecen en su obra se ven transformados y recreados en un mundo poético propio lleno de luz y sensibilidad.
Su independencia frente a las influencias del momento la hacen afirmarse en lo que se convertirá en la peculiaridad de su estilo: frescura, sencillez, humanidad, espontaneidad. A través de toda su producción poética, se mantiene fiel a ciertos temas: el ansia de vida natural, la libertad, el deseo de viajar, el sacrificio ante el impulso del amor, la rebeldía ante lo astringente de la vida ciudadana y los temas de la vida cotidiana. También aparecen los tópicos de la poesía universal: el amor, la muerte, el destino ultraterrenal, la fugacidad de la vida. En "Lenguas de diamante" hay varios ejemplos de esta angustia, especialmente en el poema "La hora".
Juana de Ibarbourou nace el 8 de marzo de 1895 en la ciudad de Melo, Cerro Largo, Uruguay con el nombre de Juana Fernández Morales. Fallece en Montevideo en 1979. Su primer seudónimo fue Jeannette d’Ibar, el que luego cambiaría al adoptar el apellido de su esposo, el capitán Lucas Ibarbouoru. Desde entonces firmaría como Juana de Ibarbouoru.
La trilogía inicial de su primera poesía: "Lenguas de diamante" (1919). "El cántaro fresco" (1920),"Raíz salvaje"(1922), traen un aire de renovación, de luz, de sencillez, que permiten una íntima comunión entre la creadora y el lector. Los años pasan y empieza a sentir la soledad. Su poesía se orienta hacia el misterio. Con "La rosa de los vientos" (1930) comienza a alejarse de aquella primera y luminosa alegría para orientarse hacia la melancolía, volviéndose su expresión cada vez más oscura. Esto se puede percibir en "Perdida" (1950), "Elegía" (1967) y en "La pasajera" (1967).
Fue galardoneada con múltiples distinciones. Entre ellas la Orden Universal del Mérito Humano en Ginebra en 1931; La Cruz del Comendador del gran Premio Humanitario de Bélgica en 1946; en 1953 se hace merecedora a ser designada Mujer de las Américas. En 1959 obtuvo el Gran Premio Nacional de Literatura, el que se otorgaba por primera vez.
La interpretación acerca de la realidad que a su propia persona le tocó vivir, está expuesta en su poema “Autorromance de Juanita Fernández”, escrito en 1955:
Primero, novia del aire,
y después, de un capitán.
Andaba Juanita, andaba,
y era rica más y más.
¿Qué importan la casa pobre,
los vestidos de algodones,
los zapatitos de cuero,
la blusa sin prendedores?
Y cuando muera Juanita
a gritos todos dirán
que fue bendito aquel día
ocho de marzo, San Juan
de Dios, en tierras de Melo
que la historia alabará.
Y ha de dormirse llevando
sobre la mortaja un sol:
el de un amor silencioso
que nadie le adivinó.
Alejandra Gallero U.
parralina@yahoo.com

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