lunes, octubre 06, 2008

SER ADULTO MAYOR EN CHILE DEL SIGLO XXI

Enviado por Marcelo Sepulveda Oses el 06 Oct 2008
Nuestra Sociedad contemporánea ha ido envejeciendo paulatinamente, el promedio de vida se ha extendido a los 75 años de vida por diversos y particulares motivos. Por una parte, la medicina puede tratar muchas enfermedades que hace algunos años provocaban inexorablemente la muerte, entre ellas, podemos mencionar el cáncer, también así, hemos mejorado la calidad y variedad de nuestra dieta, entre otros factores incidentes. El Chile de hoy asume el envejecimiento de su población y si bien, un importante número de adultos mayores encuentran en el seno de su núcleo familiar cobijo y resguardo, existen miles que son desplazados, olvidados y postergados.

Los adultos mayores han generado espacios para agruparse e interactuar con sus pares. Son numerosos los clubes y centros de la tercera edad que exigen participación en la vida social, cultural, deportiva y recreativa y proponen múltiples acciones de participación ciudadana. Hemos conocido sobre abuelitos graduados en la Universidad, artistas que continúan creando y recreando la obra de arte a muy avanzada edad.

Mi preocupación se concentra en aquellos adultos mayores discriminados, aquellos que entregaron todas sus energías, las ansias de vivir para construir un mejor país, una mejor sociedad, educarnos, protegernos y resguardarnos, pero aquellos hijos, hoy en día hombres y mujeres adultos, no tenemos tiempo para acompañar a las generaciones mayores. Quisiera centrar mi atención en los ancianos olvidados por su familia, abandonados en los hospitales, resguardados en centros de atención especial, aquellos que vagan por las calles sin rumbo definido. Debemos sentarnos a reflexionar, descubrir la sabiduría que sólo regalan los años de experiencia e ir a disfrutar con ellos las historias más sabrosas, los mejores consejos, los secretos acumulados en la historia del pensamiento humano. Es imperativo, en esta sociedad que envejece, aprender a crear, proponer e instaurar un modo de vida en la que los adultos mayores dispongan de un espacio y participación, ofrecerles nuestro respeto y los mejores cuidados.

Aquellos que por buena ventura, aún disfrutamos de adultos mayores en la familia, reconozcamos en ellos un preciado tesoro, cálidos confidentes, pícaros interlocutores, gratos conversadores. Hoy, en vida, disfrutemos su presencia, pues cuando ya no estén en esta tierra, nuestras lágrimas se evaporarán con el viento y de seguro no consolarán la tristeza, pues, sin darnos cuenta, desperdiciamos los más gratos momentos de su compañía.

Finalmente, si nuestros abuelos ya partieron en aquel viaje definitivo que es la muerte, visitemos los Hospitales, los Centros de Atención, Clubes de Adultos Mayores, siempre estará esperándonos un anciano que requiere cariño y signos de afecto.
Marcelo Sepulveda Oses

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