lunes, diciembre 19, 2016

NAVIDAD: TIEMPO DE CARIDAD Y SOLIDARIDAD

Recibido de Marcelo Sepúlveda Oses el 17 diciembre 2016
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Mientras la soledad y el abandono agreden a nuestros semejantes, mientras existan necesidades básicas no cubiertas, mientras olvidemos a los desvalidos y minusválidos, no podremos alcanzar la paz y la concordia, entonces, que esta Navidad sea un motivo de solidaridad y caridad con el hermano que sufre, con los desposeídos, con los marginados de nuestra sociedad para acompañar y hacer más grato su paso por esta existencia.

Quienes creemos en un Ser Superior que guía y conduce nuestra vida, en un lugar de encuentro después de la muerte, en la trascendencia del espíritu debemos privilegiar el acuerdo con todo ser viviente en nuestra Aldea Global en este planeta, practicar la oración por quien sufre, pero también generar vínculos de ayuda fraterna.
Que esta próxima Noche Buena, los obsequios y regalos no sean el motivo medular de la celebración, sino más bien un momento de encuentro y compartir en el núcleo familiar, con nuestros vecinos; pero también, y muy particularmente, con aquel necesitado quien no posee medios económicos para sumarse a la Pascua del Niño Dios. Pensemos en los niños de la calle, en drogadictos y alcohólicos, en  adultos mayores abandonados, en encarcelados y enfermos, en todos quienes no podrán celebrar con risas y fiesta esta Navidad, del mismo modo, elevemos una oración por todos ellos y dediquemos tiempo y recursos para acompañarlos dentro de nuestras posibilidades. Compartir el pan en la mesa, una palabra de aliento, una canción navideña, una parte de nuestro tiempo.

El gran péndulo de la historia humana transita por diversos e intrincados senderos, nos impide augurar el futuro y modificar el pasado, pero en este presente continuo, siempre hay algo por hacer y entonces, compartir la Navidad con los marginados y desposeídos puede ser una oportunidad de practicar el amor al prójimo pregonado por Cristo Jesús, el abandono del materialismo compulsivo, el afán del tener como el sentido medular de la existencia.

No olvidemos que la celebración de Navidad es el recuerdo de la Pascua del Hijo de Dios, quien nació en un pesebre pobre y humilde, precisamente, para enseñarnos la austeridad, para sembrar la semilla del encuentro con el otro, dejando de lado la posesión de bienes y riquezas, de poder y maldad. Nos enseñó, en la pedagogía del amor y sentó las bases de una religión que hoy, en el Chile del siglo XXI, aún demuestra validez.

Que en esta Navidad, niños y jóvenes tengan oportunidades de encuentro y compartir con los semejantes, de ellos sean la alegría y el gozo, una fiesta en el amor, la concordia y la armonía, pero también y más aún, en la solidaridad con el otro para alimentar nuestro espíritu en las Bienaventuranzas enseñadas por Cristo Jesús.

Seguramente, muy cerca, quizá a nuestro alrededor, aquí, en la comunidad de vecinos, debe encontrarse alguien que requiere compañía en su soledad o ayuda en su miseria. No cerremos los ojos, miremos con los sentidos del corazón para estar disponibles para cada semejante que nos requiere en su pobreza y vulnerabilidad. Estemos disponibles y atentos, el mismo Señor Dios nos guiará por el buen camino, en la concordia y la quietud.

El sol se levanta de madrugada para iluminar nuestro mundo y no discrimina entre pobres o ricos, alumbra a todos por igual, genera la vida en este planeta y no se equivoca en su rumbo, por tal, debe existir una mente maestra que gobierna la creación y en esta Navidad recordamos el nacimiento de su Hijo, el Mesías, Profeta y Redentor de la humanidad, por tal, debemos recibir su mensaje y ponerlo en práctica cotidiana en este tiempo que nos correspondió vivir.

Una muy Feliz Navidad para todos y muy especialmente, para pobres y desvalidos, marginados y desposeídos, que nuestro mundo se glorifique en el amor como centro medular de la convivencia social entre hermanos de la misma especie.

Marcelo Sepúlveda Oses

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