Recibido del Profesor Luis Espinoza
Olivares el 14 diciembre 2015
Los
necesarios equilibrios en la convivencia comunitaria requieren de un sentido de
ubicación que permita visualizar en qué estamos fallando y cómo aportamos para
que todo funcione como tiene que funcionar.
En
las sociedades se establecen equilibrios producidos por el desempeño de
diferentes funciones y roles, los que están en directa relación con las
capacidades e intereses de las personas. Cada uno de nosotros está capacitado y
preparado para realizar una actividad, una función. Del buen o mal desempeño de
la función dependerá la armónica convivencia con los demás integrantes de
cualquier sociedad.
El
necesario equilibrio se rompe en la sociedad cuando –voluntaria o
involuntariamente- alguien asume el desempeño de una función para la cual no
está capacitado ni posee las habilidades e intereses necesarios para cumplir
eficientemente con el rol que le asignaron. Los motivos pueden ser muchos,
generalmente se conoce de casos de personas que realizan tareas o labores por
el solo hecho de haber sido designados según el grado de amistad que tenga con
quien decidió su incorporación a ese trabajo.
Entonces
podemos apreciar el progresivo deterioro de los roles sociales. Y ello no solo
ocurre en el ámbito laboral, también se observa en el plano familiar. Muchas
personas asumen la educación de niños sin ser los padres naturales. Convengamos
que en muchos casos algunas personas que no son los padres educan en buena
forma a niños y jóvenes que les han sido encomendados, entregándoles valores y
conductas positivas. Pero en otros casos esta situación no se aprecia, teniendo
esto como resultado una pésima formación que trasunta en un mal desempeño
futuro de los niños y jóvenes.
Pero,
volvamos a los roles sociales: ser padre, madre, trabajador, obrero,
funcionario, profesional, etc., exige un adecuado desenvolvimiento conforme a
lo que se espera de cada persona. Sin embargo, vemos cómo muchos padres,
trabajadores o profesionales no tienen el desempeño que deben tener, provocando
a veces en su entorno un daño irreversible. Si un trabajador o profesional
realiza mal su tarea provocará problemas en la sociedad. Igual sucede con el
rol familiar, siendo más delicadas las consecuencias de un mal desempeño. La
sociedad espera que cada persona realice bien su rol o trabajo para que
realmente se constituya en un aporte. Caso contrario, los daños provocados
pueden tener irreparables consecuencias. Así lo vemos a diario.
Si
alguien no está preparado para realizar una determinada labor o no tiene ni las
capacidades ni las herramientas o real interés en lo que realiza, es mejor que
se vaya y deje su lugar a otros más capacitados y con más interés. Así se
evitarán problemas y daños posteriores. Con ello podremos mantener los
necesarios equilibrios para vivir en paz y en armonía.
Luis Espinoza Olivares
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