domingo, mayo 10, 2009


LA MADRE DE NERUDA
Enviado por Alejandra Gallero Urizar el 11 May 2009

Nacimiento del Libro Memorial de Isla Negra



Nació un hombre entre muchos que nacieron viví entre muchos hombres que vivieron, y esto no tiene historia sino tierra, tierra central de Chile, donde las viñas encresparon sus cabelleras verdes, la uva se alimenta de la luz, el vino de los pies del pueblo. Parral se llama el sitio del que nació en invierno. Ya no existen la casa ni la calle: soltó la cordillera sus cabellos, se acumuló el profundo poderío, brincaron las montañas y cayó el pueblo envuelto en terremoto. Y así muros de adobe, retratos en los muros, muebles desvencijados en las salas oscuras, silencio entrecortado por las moscas, todo lo volvió a ser polvo: sólo algunos guardarnos forma y sangre sólo algunos, el vino. Siguió el vino viviendo, subiendo hasta las uvas desgranadas por el otoño errante, bajó a lagares sordos, a barricas que se tiñeron con su suave sangre, y allí bajo el espanto de la tierra terrible siguió desnudo y vivo. Yo no tengo memoria de paisaje ni tiempo, ni rostros ni figuras, sólo polvo impalpable, la cola del verano y el cementerio en donde me llevaron a ver entre las tumbas el sueño de mi madre. Y como nunca vi su cara la llamé entre los muertos, para verla, pero como los otros enterrados, no sabe, no oye, no contestó nada, y así quedó sola, sin su hijo, huraña y evasiva entre las sombras. Y de allí soy, de aquel Parral de tierra temblorosa, tierra cargada de uvas que nacieron desde mi madre muerta.


La primera mujer en la vida del poeta sin duda fue su madre, Rosa Basoalto, de quien no conserva recuerdos ya que falleció cuando el pequeño Ricardo Neftalí había cumplido 2 meses de vida. No tiene más imagen de ella que la que ve en retratos y fotografías, pero le da un nombre: “la Rosa sumergida”. Sí recuerda y reconoce como madre a Trinidad Candia Marverde, con quien contrajo matrimonio su padre al enviudar de su primera esposa, Rosa Basoalto. El escritor Jorge Diaz en su libro “Neftalí, el niño de la lluvia”, dice: “Trinidad era una sombra leve y protectora. No era la madre de Neftalí, quizás por eso la llamaba: mamadre. Era Trinidad porque crió tres hijos, Rodolfo, Laura y Pablo. Era Candia, porque amasaba el pan candeal de la esperanza, tibio y crujiente cada día. Era Marverde, porque llevaba en el alma el paisaje húmedo y boscoso de un Temuco fronterizo y salvaje”. Sin duda dejó su marca en el corazón del niño, dejando en sus profundidades una imagen de mujer y madre.
Alejandra Gallero U.
parralina@yahoo.com

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