lunes, febrero 08, 2010

SKY Y TERMAS EN LOS ALPES SUIZOS
Recibido de José Luis Paz Ceroni desde Overijse / Bélgica el 18 Feb 2010
En la última navidad con nuestro hijo Gabriel, quién vive en Suiza con su compañera Monira, acordamos  a pasar una semana con ellos a fines de enero, en un lugar bonito donde se pudiera esquiar y también hubiera baños termales.


Buscando en Internet encontramos el lugar ideal que combinaba el ski y baños termales. El pueblo se llama "Leukerbad" y está situado en la región del Valais a unos 150 kilómetros de Lausanne.

Reservamos un chalet desde el 22 al 31 de enero.  Si el viaje hasta el lugar se hizo sin problemas pero al llegar a Leukerbad y bajando del coche mi esposa resbaló en el piso de hielo, cayó de espaldas golpeándose fuerte la cabeza. Felizmente no perdió el conocimiento y aparentemente no le dio una conmoción cerebral. Ese día y los días subsiguientes al levantarse no se sentía bien y si lo hacía muy rápido le daban vértigos.
Este incidente hizo que los días siguientes estuviéramos relativamente tranquilos y sin hacer mucho esfuerzo. Mi esposa tenía miedo de volver a caerse. Todo el pueblo estaba con nieve y había que caminar con cuidado. Además, el pueblo de Leukerbad está a más de 2000 metros de altura.

El lugar muy bonito así como se ve en las tarjetas postales, el chalet que alquilamos todo de madera parecía nuevo o que lo acababan de construir. Parecía que éramos los primeros en habitar. Tres dormitorios, baño completo, una sala-comedor grande, cocina muy bien equipada y en fin todas las comodidades para sentirse como en casa. Estaba impecable. Los suizos son así. Siempre todo muy limpio y ordenado.
El clima que nos tocó fue variado, un día cubierto, otro bonito y días con mucha nieve. Así y todo Gabriel y Sergen, nuestro otro hijo que también viajó con nosotros se iban a esquiar todos los días. La estación de ski está situada a 2600 metros de altura. Había que subir en una tele cabina para ir a las pistas. Un día que hizo buen tiempo subimos también con ellos e hicimos un gran paseo por las montañas. Era un paisaje de ensueño, muy lindo ya que la nieve bajo el sol es una maravilla. La vista que teníamos, los pequeños pueblos al fondo de los valles, el horizonte con Los Alpes nevados son imágenes que no se olvidan. La caminata duró como hora y media y se terminaba al pie de otra telecabina donde también había un restaurante. De casualidad nos encontramos con nuestros hijos. Almorzamos juntos en una terraza asoleada con vista a las montañas.
Los otros días cuando el tiempo no permitía pasear en las alturas nos íbamos a los baños termales, El agua surge muy caliente en diversas partes del lugar e incluso se han construido piletas alimentadas con esa agua en algunas esquinas del pueblo.

Hay por supuesto instalaciones especiales con piscinas interiores y que comunican por un cobertizo con el exterior. Sin salir del agua pasas de la parte cubierta al exterior. Como hacía mucho frío cuando estábamos en el exterior casi no se veía nada. La diferencia de temperatura provocaba una densa neblina debida a la evaporación. Era como un baño turco solo que al mismo tiempo caía nieve fría sobre nuestras cabezas. La temperatura exterior era de menos 7 grados y el agua estaba a 35 grados.

A unos 20 kilómetros de nuestro destino, nos cogió una tempestad de nieve como nunca habíamos visto. No se veía nada de la carretera. Todo era uniformemente blanco. A ratos caía tanta nieve que la visibilidad se reducía a tres metros. Por otra parte la nieve se pegaba y congelaba sobre el parabrisa. lo cual hacía aun más difícil ver el camino. El coche patinaba y avanzábamos despacito. Un intrépido conductor nos sobrepasó a cierta velocidad. Unos kilómetros mas allá estaba volcado en la cuneta y otros automovilistas se paraban para socorrer a los ocupantes. Yo temía tener que parar ya que cuando la cosa está así no hay que hacerlo ya que luego no puedes ponerte en movimiento por que las ruedas patinan! La mayor parte de los suizos utilizan coches con tracción en las cuatro ruedas. El mío no es así. De todas maneras no encontraba ningún sitio donde aparcar y ya estaba poniéndose oscuro por que eran como las seis de la tarde.El regreso a casa en Bélgica constituyó una verdadera odisea. Partiendo de allí nos fuimos primero a Lausanne a ver una pareja de amigos. Del lugar donde estábamos a Lausanne son como 150 kilómetros y es todo bajada hasta el lago de Ginebra. El día era espléndido y con mucho sol. Luego de pasar unos momentos con ellos y almorzar decidimos seguir nuestra ruta hasta Saint Imier donde nuestro hijo tiene un departamento. De esa forma estábamos más cerca de Francia que es nuestra ruta de regreso. Saint Imier está en las alturas de Neufchatel, en la región del Jura.

No te puedes imaginar lo que es conducir en esas pistas resbalosas con curvas cerradas, subidas y bajadas. A pesar de tener neumáticos adaptados a la nieve la cosa era feísima. Y lo peor es que fue repentino y no tuvimos ni tiempo para dar media vuelta y regresar a Lausanne o Neufchatel. La tormenta nos envolvió de pronto. Los suizos marcan con unos palos a lo largo de las carreteras, para indicar la altura de la nieve. Eso era lo único que nos guiaba para saber donde estaba el camino. Fue algo tremendo. Al final felizmente llegamos bien. Una vez en St Imier tuve que excavar la nieve para hacer un sitio donde aparcar el coche.

Y continuó nevando toda la noche. La nieve se acumulaba tanto que pensamos que quizá al día siguiente domingo, no íbamos a poder partir de regreso a Bélgica. De St Imier a Bélgica son 600 kilómetros y hay que pasar por el este de Francia donde también se decía en el noticiero que había caído mucha nieve y había problemas de circulación en las carreteras. Pero mejor viajar domingo en Francia ya que los camiones tienen prohibido circular los domingos y eso facilita el tráfico.

El domingo amaneció nevando pero con mejor visibilidad. Decidimos partir intentando acercarnos a Bélgica lo más posible. A pesar de la organización de los suizos las carreteras estaban totalmente con nieve y no era fácil circular. Decidimos tomar otro camino para evitar, nuestra ruta habitual por las montañas por pequeñas carreteras donde era muy probable que no pudiéramos pasar. En muchos tramos tienes que poner cadenas y yo no las tenía. A pesar de haber seguido rutas mas frecuentadas la cosa no fue fácil pero felizmente a medida que nos acercábamos a Francia había menos nieve. El viaje hasta la frontera que normalmente lo hacemos en una hora lo hicimos en dos. En Francia también un poco de nieve pero nada comparable a Suiza. Llegamos a Bruselas luego de casi 9 horas de viaje cuando generalmente hacemos siete. Aquí también había nevado pero nada comparable a lo habíamos visto. A pesar de los percances nuestra estadía resultó muy agradable y lo pasamos muy bien.

José Luis Paz Ceroni

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