Respetar la palabra empeñada es una virtud, ser leal del mismo modo, pero como en todas las cosas durante la existencia humana, se acumulan matices e influyen múltiples variables.
El contexto socio cultural, las relaciones interpersonales, nuestras propuestas filosóficas, religiosas, políticas, entre muchas otras, determinarán nuestro personal actuar ante los valores mencionados. Comprometerse requiere voluntad, disposición personal que se argumenta en el concepto de libertad individual, cualquier compromiso no puede aceptarse sin el consentimiento personal de aquel individuo involucrado en tal acción. El diccionario define el compromiso como: “obligación contraída, palabra dada, fe empeñada.” Así también, lealtad, según el diccionario significa: “incapaz de traicionar, que guarda la debida fidelidad, que no es falso”
Ser leal, podemos entenderlo como, no engañar, no mentir, asumir la fidelidad, implica honradez y honestidad, identificar la verdad como bien superior, reconocer que la vida en sociedad impone una serie de normas de buena convivencia y destaca a quienes actúan bajo el amparo de conductas positivas, moralmente válidas y éticamente correctas.
Compromiso y lealtad nos conducen por la senda del bien, permiten que las personas se acepten unos a otros tal como son. Durante casi toda nuestra existencia terrestre, debemos asumir compromisos, cada quien según su obligación, trabajo, oficio, tarea o quehacer. Tanto vale un compromiso formal, a veces, documentado a través de una firma o aquel compromiso tácito, de común acuerdo que se subentiende en el diálogo cotidiano. Leal es aquel, que pese a toda circunstancia, defiende la verdad por sobre cualquier otro interés.
Si todos practicáramos la lealtad en nuestras relaciones sociales y fuésemos responsables de cada compromiso propuesto, seguramente, facilitaríamos la vida a muchos semejantes, alcanzaríamos paz, armonía y quietud y nuestro mundo sería mejor.
Solicitamos lealtad a las autoridades, a todos quienes detentan el poder, a las instituciones formales y no formales, a los medios de comunicación, a hombres y mujeres de buena voluntad. Exigimos, así también, respeto por todo compromiso, por menor que este sea, de tal modo y sólo si, la vida en comunidad buscará la perfección, restituiremos la confianza y donaremos alta dignidad a estos valores fundamentales y transversales a toda la sociedad en que habitamos.
En la medida que respondemos con lealtad y compromiso ante cada situación o evento de intercambio social, diálogo o comunicación, estaremos más seguros de alcanzar la nobleza y el dominio de sí mismo ante la vida moderna.
Este mundo contemporáneo nos ha ido quitando la moral del bien común, importan más las necesidades individuales que el bienestar social, se privilegia el concepto del menor esfuerzo a mayores ganancias, el truco o el engaño para obtener dividendos suculentos, mentir para defenderse de malas consecuencias, planear estrategias de fraude.
Estimados lectores, cuando otorguemos nuestro compromiso en cualquier ámbito de la vida comunitaria, seamos capaces de cumplir y respaldar cada acción comprometida, acumular lealtades que me enorgullezcan, lidiar contra la infidelidad; creer en el ser humano, darnos la oportunidad de confiar en nuestros semejantes. Este mundo nuestro será más habitable, proclamaremos la paz y el amor y seremos un poco más felices.
Marcelo Sepúlveda Oses
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