EN EQUILIBRIO PERFECTO
(Enviado por el corresponsal Marcelo Sepúlveda Oses el 30 de junio 2008)
Quizás, a varios de nuestros amables lectores, en más de una ocasión les han asaltado las mismas dudas, cuestionamientos o aprehensiones sobre nuestra existencia terrena que hoy me preocupan: El sentido profundo de nuestro pasar por este planeta, por ejemplo. En el sur del sur, aquí donde nacimos, herederos de una tradición, cultura, modelo económico, proyectos de sociedad particular, religiones y tantas otras condicionantes de la vida cotidiana, nos debemos a un proyecto trascendente planeado y orgánico del cual no nos podemos desentender, tarea cotidiana de todos los seres de la creación.
Intentemos considerar nuestro origen entre millones de otras posibilidades de existencia en un universo, que a pesar de los múltiples conflictos bélicos, atentados a la naturaleza y el medio ambiente, los males, en ocasiones, validados entre los habitantes del planeta: Egoísmo, vanidad, soberbia, drogadicción, alcoholismo, delincuencia, deshonestidad y una enorme lista de faltas a la ley, la moral, las buenas costumbres y las normas de convivencia, continúa siendo la mejor opción de vida de que disponemos. Universo dado en gracia a quienes, especialmente, se nos ha regalado la naturaleza.
Es este universo, del cual somos habitantes, el que funciona en equilibrio perfecto; construido, según algunos científicos contemporáneos, a partir de pequeños elementos atómicos que desde el origen han ido produciendo relaciones cada vez más complejas hasta originar planetas, nuestra Vía Láctea, las galaxias y cada pieza del enorme rompecabezas en el cual navegamos.
Equilibrio perfecto que supone el ritmo de las mareas, los movimientos de traslación y rotación del planeta tierra, el germen de la vida vegetal y animal en un ciclo: Nacer, desarrollarse, reproducirse y morir y, miles y cientos de procesos y sistemas, algunos, hoy, aún desconocidos para el ser humano. Desde este punto de vista, debemos considerarnos eslabones de una gran cadena donde cada elemento ocupa un espacio y fin predeterminado.
Por tanto, si nos debemos a un proceso planeado en equilibrio, nuestra colaboración inmediata es permitir que el equilibrio se sostenga en el tiempo para que así las nuevas generaciones disfruten de las maravillas que nos ofrece esta tierra y las oportunidades ciertas de progreso en la convivencia social y con el medio natural, seguros que la tarea humana asignada no es de destrucción, guerra o conflicto, sino, más bien, de amor como el valor por excelencia manifiesto hacia los otros, el planeta y el gran universo que nos cobija. Procuremos mantener el equilibrio, el universo nos dará las gracias.
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