Enviado por Luis Espinoza Olivares 29 julio 2017

Uno de los tesoros más preciados de la
Humanidad es la Paz… Con ella, la Comunidad Mundial puede desarrollarse en
armonía y con la calidad de vida que todos los seres humanos se merecen.
La Paz es el
más grande poema que el mundo puede escribir. Para vivirlo, sus versos deben
guardarse en lo más profundo del corazón. Esa es la clave: “La paz de corazón…
es el corazón de la paz”. Ahí, al centro de la conducta humana debe instalarse
la convicción que la felicidad solo llegará viviendo en paz, con plena
conciencia que la génesis de una convivencia pacífica radica en la actitud
positiva y justa de cada persona. Solo viviendo la paz se puede vivir en paz.
Poca
gravitación tendrán los esfuerzos mundiales por promover la paz, o las grandes
Conferencias, Encuentros y Simposios, o las políticas nacionales para promover
actitudes pacíficas, si dentro de cada uno de nosotros no germina el
sentimiento y el convencimiento que la paz nace dentro de cada ser humano.
No podemos
esperar solamente que las Autoridades y los Líderes Mundiales generen ambientes
de paz, en circunstancias que en el día a día las personas no aportamos a la
convivencia pacífica evitando situaciones que empobrecen los ambientes. No
puede promover la Paz quien genera climas violentos, o quien constantemente
profita improperios, descalificaciones o agresiones verbales. No puede exigir
paz quien se violenta con todos, incluso consigo mismo. No puede promover la
Paz quien tiene actos de injusticia con los demás.
No pueden
esperar Paz quienes discriminan, abusan, humillan o subestiman las capacidades
de los demás: toda persona tiene potencialidades y virtudes, hay que dar las
oportunidades para que ellas afloren. No puede esperar paz quien promueve la
anarquía, pues con ella se genera la violencia.
La paz no se
construye con palabras sino con acciones. Ser atento, amable, justo, respetuoso
y conciliador, serán formas de construir la delicada estructura de la paz. No
estoy de acuerdo con muchos políticos, quienes argumentan que la paz es un
equilibrio de fuerzas, principalmente referidas al poder armado. No puede la
paz estar supeditada al poderío armado de una Nación sobre otra: ese argumento
no es más que fomento de la violencia.
El mundo
está cansado de violencia: un mundo nuevo debe construirse sobre la base de una
paz auténtica, nacida de un convencimiento personal. La paz debe cuidarse como
algo muy preciado, pues con ella nuestros hijos y las futuras generaciones
vivirán felices, plenas y saludables. Cuidemos la paz siendo mesurados y
reflexivos en cada uno de nuestros actos, en nuestras acciones cotidianas.
Convenzámonos que la paz no se construye mediante Leyes o Decretos, sino con
acciones que ennoblezcan nuestra persona y posibiliten una convivencia más
grata, fraterna y humana, sin criterios antojadizos que enturbien la relación
con los demás.
Cultivemos
una convivencia guiada por el respeto, la justicia, la amistad y la
solidaridad: solo así podremos vivir felices hasta que Dios lo permita.
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