Recibido de Marcelo Sepúlveda Oses el 09 mayo 2017

El sol aparece errático
entre la bruma de la mañana, es otoño en este lugar del mundo, las hojas de los
árboles crean un manto abrigados para la tierra, mientras una gotas de lluvia
viene a regar el campo donde germina la semilla. Aquí, en el confín del mundo
pleno de árboles, frutas y jardines, podemos aceptar vivir en el paraíso del
sur junto a las más variadas especies vegetales quienes otorgan vida a nuestra
sociedad.
Quisiera ser un mago
prestidigitador y señalar que caminamos hacia un equilibrio fortuito entre
reinos conocidos: animal, vegetal y mineral, pero al parecer no es así, algo
nos engaña, algo no es correcto, algo impacienta nuestro espíritu, pues el
medio ambiente, material, social, cultural, religiosos, político, entre tantos
otros, convive con la frustración, a pasos de la guerra, la contaminación y la
destrucción del medio; entonces algo deberemos hacer, algo nos invita a
reflexionar y proponer alternativa de cambio y desarrollo sustentable, sin
dañar la tierra a nuestro alrededor.
La mesa está servida,
pero no todos están invitados a comer, hay quienes no disponen de los medios
para alimentarse, hay quienes requieren una mano amiga que sea solidaria y
caritativa, hay quienes necesitan un trabajo que dignifique su existencia sobre
el planeta y se encuentran a menudo, con el rechazo y la negativa de aquel que
ofrece una oportunidad laboral. Gracias al cielo, hoy en Chile, hemos
disminuido la tasa de cesantía, nuestra política, a pesar de las equivocaciones
y errores, mantiene su estabilidad democrática, pero existen lugares en la
aldea global, que sobreviven en el caos y los conflictos sociales; qué más
daría porque apareciera la paz y el encuentro para resolver los conflictos.
Vuelve el sol del
mediodía a anunciar su presencia, escondido a hurtadillas entres las nubes
pasajeras, es tiempo de enfrentar la crisis, aunar criterios para alcanzar el
punto de equilibrio, disponemos de la tarde, en la categoría de tiempo y
distancia en el universo, para acertar el crédito posible de un mundo mejor. A
veces, el sol, desaparece y la oscuridad impone su manto de error o
equivocación pues no podemos atender al mundo conocido en tres dimensiones;
quizás, fuera de esta realidad material, habrá otras oportunidades de existencia
para promover el camino hacia la armonía vital del ser.
El ser humano, requiere
de los astros del universo para continuar con su quehacer en este mundo, dejar
pasar cada estación en el calendario para disfrutar del verano, cuando es
mérito o el invierno que ya se avecina, dependemos de la luna vigía tras el
horizonte para que la tierra coordine su paso regular y en equilibrio, más aún,
dependemos del ser humano para transformar el paraíso dado en gracia, pero no
destruir las maravillas que se nos parecen frente a nuestra vista.
Y vino la tarde, y el
sol miró hacia atrás y mi cordillera mostró su cara sonriente vestida de gris,
pues la nieve viajó por ríos y canales regando en orgullo la siembra de
estación. Hemos dicho, cuidemos el agua, vital elemento y escaso en estos días,
cuidemos la tierra: Madre y maestra, protejamos a niños y jóvenes, quienes
tiene las tareas de las próximas décadas, ellos serán la generación adulta que
enfrente la sociedad del próximo tiempo.
Llegó la noche, al
calor de la estufa nos preparamos para el descanso en el sueño placentero, a
reponer fuerzas para comenzar un nuevo día y no sabemos si el sol estará allí
para acompañarnos, es probable, pero no hay certeza.
Mientras el sueño nos
conduce por pasadizos secretos, mientras la inconsciencia se hace presa de la
razón, mientras estamos desvalidos y en letargo, puede aparecer la hermana
muerte y cobrar la vida, por tanto hay que estar preparado y dispuesto, este es
un camino innegable, seguro para todos y desconocido.
Dejemos que el sol
realice su labor, que las hojas pinten el suelo de colores, que el trigo
aparezca distinguido en tierra fértil, pues vendrá la harina y vendrá el pan a
cada mesa, que las aves del campo construyan sus nidos y que el agua alcance a
nuestro hogar.
Amanece, de nuevo, en
el sur de todas partes, sigue siendo otoño, la madre se levanta para preparar
la mochila de su crío, le da un beso en la frente y lo acompaña hasta la puerta
del hogar, recomendando labor y tarea obligada en la escuela para ser mejor
persona y buen ciudadano.
Los rayos de sol
penetran, disimulados, los ventanales, el frío de la noche da paso al
territorio cálido del nuevo mundo, es posible la esperanza, es posible el
encuentro cálido entre seres queridos y aquellos que no lo son tanto, lo
importante es que hoy, el sol amaneció despeinado, pero incólume ante su tarea
cotidiana. Dejemos pasar el día, mañana, vendrá por añadidura.
Marcelo Sepúlveda Oses
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