Reconociendo la labor fundamental que ejerce un profesor en la formación y educación de las nuevas generaciones, deseo, hoy, saludar a todos y cada uno de mis colegas, quienes donando lo mejor de sí, ejecutan esta noble misión.
Ante el convulsionado y enrarecido momento por el que pasa la educación en Chile del siglo XXI, quisiera destacar algunos de los tópicos relevantes que se deben considerar antes de emitir opinión, críticas o puntos de vista parciales sobre la Profesión Docente.
En primer término, argumentar, que los niños y jóvenes de antaño, actuaban y se comportaban de una manera opuestamente inversa a lo que ocurre en el día a día de la educación regular en enseñanza básica y media. Quienes representamos a aquella generación, los adultos de hoy, podemos recordar el estricto respeto que el Profesor, como profesional y experto en la materia, recibía de parte de alumnos, apoderados y la comunidad en general.
Si ejecutamos el ejercicio de recordar al Maestro rural, nadie puede negar que él era una autoridad incuestionable en la comunidad donde la escuela se transformaba en centro motor de la vida ciudadana del sector. Allí, el Profesor actuaba de paramédico, juez en litigios menores, miembro activo de la Junta de Vecinos, organizador y responsable de las celebraciones públicas, religiosas o cualquier otra, además, de quien respondía a las necesidades pedagógicas de los niños a su cargo. Esta realidad, producto en parte de la globalización, la urbanización rural, los medios de comunicación, la emigración de los jóvenes a centros poblados, entre tantos otros, se transformó y modificó. Por tanto, la política pública en la actualidad, pretende sostener Escuelas Rurales, que al desaparecer, implicaría atentar contra el beneficio incuestionable que genera cada una de las Unidades Educativas de los sectores apartados. Por tanto, mi saludo y reconocimiento al Profesor Rural.
Ser Profesor en el mundo actual de la Educación Pública es una obligación apostólica para quienes se dedican, día a día, a lidiar con jóvenes desmotivados, sin respetos, indisciplinados y conflictivos, que en la mayoría de los cursos, son un porcentaje menor, pero que afectan, incuestionablemente, el Proceso de Enseñanza Aprendizaje de sus compañeros. Entonces, si el Docente no impone toda su experticia, dedicación y empeño, el resultado general de los niños a su cargo, será negativo, más aún, cuando se le evalúa bajo los mismos parámetros de la educación particular subvencionada y particular. En el mismo sentido, detectamos una despreocupación de muchos Padres y Apoderados que anhelan la participación de la Escuela en la formación valórica, moral, cultural y de comportamiento de niños y jóvenes en edad escolar. La familia ha perdido, en múltiples casos, el control disciplinario y de sana convivencia social de sus pequeños miembros, por lo cual, reclama, a la educación regular, corregir tales conductas inapropiadas.
Debemos reconocer, que en algunos casos, los docentes no responden a las necesidades que articula la educación moderna, quizá, por falta de conocimiento, habilidades de dominio académico, talento o vocación, de tal modo, se requiere articular y estructurar nuevos mecanismo de formación inicial para profesores y perfeccionamiento calificado y permanente. Retener e incentivar, en la Educación Pública Municipal, a los mejores y calificados Profesionales de la Educación, quienes con dedicación cotidiana, recrean espacios de aprendizaje motivadores, de calidad y para todos sus alumnos en la medida de sus habilidades y destrezas personales.
Sin emitir un juicio a propósito o en descrédito, creo que podemos potenciar el conflicto estudiantil de la crisis en la educación chilena para mejorar las condiciones de trabajo académico de las Escuelas con mayores dificultades, proponer estrategias remediales y reestructurar los modelos y marcos teóricos que regulen la Formación Escolar.
Feliz día del Profesor 2011 y continuemos trabajando por ofrecer, siempre, las mejores oportunidades educativas a nuestros pequeños aprendices.
Marcelo Sepúlveda Oses
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