En vacaciones, profesores y alumnos abandonamos los salones de clases, quizás con la recóndita esperanza de no hacer nada, tendernos al sol junto a una piscina, junto al mar o en la sombra de un roble de la Balsa y más allá. Excelente idea y mejor propuesta, merecido descanso, panorama imperdible. Pero, entretanto, siempre hay algo por hacer, ayudar en casa con los quehaceres domésticos, disfrutar de una buena película o leer aquel libro que siempre estuvo guardado esperando el tiempo justo para viajar entre sus líneas. Por tanto, a través de este medio, les quiero ofrecer unos versos, algo sin mayor trabajo, propio del día a día, sin aguardar una crítica especializada, sólo unos versos de esos que están escritos por todos los rincones de Parral y Retiro, que se deben despertar para no olvidar el ritmo cantarino de nuestras palabras, esta vida citadina naciente del campo, de la siembra, de una historia antigua que aún no ha sido bien contada. Sean con cariño y afecto, sea un momento de poesía y una oportunidad de hablarnos en verso desde la tierra de los poetas.
MERIDIANO SUR
Errante bajo el agua sobre la tierra o en las autopistas
porción de tiempo inconcluso y semáforos apagados
hambre hasta saciar los ojos en tiendas de neón
cansancio, pastizales tragándose las veredas
hombre por definición, profesor y poeta.
Habito el límite sur de mi ciudad en el Parral
frente a las frambuesas y dos copas de miel
que descuelgan de mi cordillera preñada
cuando grillos encienden las estrellas
cuando de blanco se viste esa mujer.
Añoro (a veces) el paso quieto del piño y la corta de arroz
entonces fui campero, capataz y peón,
raza antigua callejuelas de tierra, toneles cristalinos en uvas
agua con harina, mote y huesillo, pan candeal
fiesta de la Carmela, San Pedro y San Juan.
Puertas y ventanas abiertas se inundan en cielo azul
los tilos en la plaza protegen historias, leyenda junto al fogón
Hijo y madre van entre sus manos de miel obligando ronda de cuna
es verano en el sur, pastel de choclo, porotos granados y fruta madura
brilla el astro padre, danza una golondrina, descansa sueño quieto al pié de una viña.
Estimados amigos, es propicia una siesta en el camino, segundos en silencio para leer la vida, mirarnos a si mismo, olvidar el tráfico atosigante de la ciudad en este siglo XXI para recordar quiénes somos, para dónde vamos y desde dónde provenimos, de tal manera nos hacemos más humanos, más personas, mejores vecinos. En los próximos días, volveré a buscar palabras que ordenadas unas junto a las otras se convierten en poesía, obsequio santo para leer juntos en familia.
Marcelo Sepúlveda Oses
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