Compromiso y fidelidad son valores fundamentales de la convivencia social. El ser humano las practica desde tiempos antiguos, aunque dependiendo de cada sociedad y época asumen significado, contenido y sentido múltiples y diversos, algo que no debe acaecer, pero que ocurre, de común, sin más explicación o fundamento teórico
Por ejemplo, nuestra generación mayor recuerda: Al concretar un trato económico o de otra índole, estrechar la mano del interlocutor sellaba un compromiso ineludible; hoy por hoy, no podemos confiar; de tal modo, es perentorio firmar un documento que, ojalá, en sus cláusulas, explicite toda opción o probabilidad de posible engaño o fraude. Cambian los tiempos y se modifican las relaciones sociales, algo natural a la evolución y desarrollo de la especie, pero que siempre es observado con un dejo de duda o contradicción, pues desconocemos su posible resultado, lo que asusta y confunde, a veces, nuestra conciencia. Al entender, durante la época actual, compromiso y fidelidad, éstos debiesen ser valores inmutables a través del tiempo, validados para todos sin distinción.
En el siglo XXI, fidelidad aparece como un valor poco frecuente inmerso en la maraña del beneficio personal, del menor esfuerzo, del facilismo y la comodidad. Seremos fieles, sólo y solo sí, cuando las conductas de fidelidad capitalicen un óptimo resultado y beneficio consistente.
Abogaremos fidelidad en todo ámbito del quehacer humano, en las relaciones de pareja, en la hermandad de grupos de pares, en la nacionalidad ligada a un sentido patriótico de pertenencia a un Estado o Nación, fidelidad en los principios y acuerdos morales asumidos por cada comunidad, en el afán de justicia, respeto y derechos fundamentales de cada ser humano.
Si en el cotidiano quehacer de cada grupo social, etnia, raza o pueblo pusiésemos en práctica estas dos virtudes mencionadas en nuestro artículo, seguramente, generaríamos mejores y eficaces condiciones de vida, un trato deferente, igualitario y honrado con los semejantes.
Fidelidad y compromiso tienen que ver con el dominio de la verdad. Veracidad es transversal a cualquier modelo político, económico, social, religioso, periodístico, entre muchos otros, opuesto a la mentira y el engaño, al fraude y la intriga; por tanto, asumir cada acto, personal o colectivo, independientemente, del perjuicio que ocasione o la consecuencia inevitable de tal conducta, hecho o acción es una práctica trascendente
En nuestro medio occidental y seguramente, en el resto del mundo, hemos validado la manipulación de la información como un acto recurrente y quizá necesario. Desinformar a la población bajo el amparo de valores superiores o el resguardo de modelos de organización social se ha convertido en una práctica común, a modo de, parcializar la verdad. Entonces, ser honesto y trasparente en nuestro discurso, dependerá de intereses, en ocasiones mezquinos, de algún grupo, entidad o repartición. Me apropio el derecho de confundir a la opinión pública restringiendo y parcelando la verdad.
No sin derecho a equívoco, propongo respetar el dominio angular y meridiano de fidelidad y compromiso en cada acto y acción humana como valor inalienable, sin subterfugios ni malas prácticas, concepción integradora de la moral y ética validados en el continuo del avance y evolución positiva de nuestra sociedad..
En definitiva, debo ser fiel ante cualquier compromiso y comprometer siempre, ante todo, mi fidelidad.
Marcelo Sepúlveda Oses
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