martes, marzo 18, 2008

TIEMPO DE AMOR Y ESPERANZA

Enviado por nuestro corresponsal Marcelo Sepúlveda Oses el 14 Marzo 2008

Esta semana, para el mundo cristiano, es un tiempo especial. De profundo sentido y reflexión personal en el reconocimiento de la trascendencia humana. "Semana Santa" nos reúne en torno a la figura de un hombre, Profeta, Mesías, El Salvador: Jesús Cristo nacido en Belén, Hijo de Dios quien proclama un mensaje de amor sublime.

“Ama a tu prójimo como a ti mismo” sintetiza, en parte, su predicación. Sentimiento esquivo en la sociedad del nuevo siglo. Realmente, nos hace falta, mirarnos a nosotros mismo y comprender nuestra existencia terrenal.

Semana Santa recuerda el padecimiento, dolor y suplicio al que fue sometido Jesús. Lacerado, sentenciado injustamente, conducido al Monte Calvario para ser crucificado en un madero. Quizás, no podemos entender el motivo de tan tortuoso destino del Hijo de Dios, lo injusto de aquella sentencia. Pero, al descubrir la Resurrección, este volver a la vida después de la muerte, nuestro espíritu asume quietud y calma. Esperanza de un mundo mejor.

Ante el tiempo especial recreado en esta semana, me llama profundamente la atención, cómo vivenciamos la crucifixión, muerte y resurrección de Cristo. Escuché recién, harán unos minutos, la siguiente frase: “semana corta”. Planeamos viajes al Litoral Central o la Cordillera, organizamos el tiempo libre de un día feriado, concluimos tareas postergadas…

Entonces, me pregunto: ¿Cuándo dirigiremos nuestra oración al Padre Dios? ¿Visitaremos el Templo para acompañar a Jesús en su agonía? ¿Seremos un tanto más solidarios con el que sufre? ¿Iremos, al Hospital o a la cárcel, para regalar unas gotitas de amor al prójimo? Aprovechemos, esta fecha particular, para cumplir con las Bienaventuranzas predicadas por Jesucristo. Demos vuelta el rostro y nos daremos cuenta de las necesidades de los otros: Hambre, guerras, drogas, delincuencia, mal trato…, soledad, tristeza, abandono, miseria... Una lista enorme que pareciera no tener fin. Allí, el cristiano, puede poner en práctica las enseñanzas del Mesías y colaborar para construir un Reino donde el amor y la esperanza guíen nuestras acciones.
Amigos, regalémonos una Semana Santa de reflexión, un tiempo de esperanza y amor. Qué el mundo cristiano practiqué la oración y la sociedad, en conjunto, sea más solidaria, donde el amor al prójimo sea una sentencia real y concreta.

Marcelo Sepúlveda Oses

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